24 de diciembre de 2008

GRACIAS A TODOS!!! HASTA EL AÑO QUE VIENE! Y....FELICES MOMENTOS!!!!





FELIZ NAVIDAD

Y AÑO 2009!!!!

Que la alegría y la paz iluminen sus pasos...
Llegan las fiestas, la Navidad, el año se va y llegará uno nuevo llamado 2009.

Se nos va este 2008, con sensaciones encontradas: por un lado la palabra crisis dando vueltas, y por el otro las hermosas sensaciones que nos dan las fiestas y el vivir...

Desde este blog, que comenzó en abril, y que ha sido un espacio en el que pude contarles mis historias, quería saludarlos a todos.

Les deseo lo mejor en estas fiestas, y sobre todo que no olviden la esencia de todo esto: más allá de un regalo o la comida, está el juntarnos, compartir algo, y sobre todo aprovechar estos momentos para ser más humanos, parar un poco y darle paso a los sentidos y a las emociones.

Dar un abrazo, decir te quiero, pedir perdón, sentir, ¡EXPRESAR!... aprendamos de los más chicos, a ser más espontáneos y expresivos.

Que la crisis no opaque nuestra humanidad: la crisis es económica,-sólo económica-, pero aún peores son las crisis humanas, esas en las que dejamos de SER HUMANOS.

Se va un año!! Regalen lo mejor de ustedes, hoy y siempre. Compartan la alegría de vivir, las penas, todo!!!...

Feliz Navidad, Feliz nacimiento o renacimiento!!

Para los que creyentes nace la luz del mundo, Jesús hecho niño.

Para los que no crean es una buena oportunidad de pensar en estos símbolos: el nacer, la luz, la paz que trae la llegada de un niño al mundo.

GRACIAS POR ACOMPAÑARME!!


SERA HASTA EL AÑO QUE VIENE!!! Con más historias por contar!!!

1 de diciembre de 2008

LA PISTA ELECTRÓNICA (Paisajes nocturnos)

El láser, ubicado en una punta de la pista, no para de moverse, disparando rayos de luz verde, que dibujan libremente en el aire y sobre los cuerpos de la gente que baila. Se da - como en toda pista- una batalla sin fin entre las luces y la oscuridad. Hay una gran bola espejada en el techo, que multiplica la energía sobre los bailarines del mundo electro, de los fanáticos del “punchi, punchi”.

La pista electrónica tiene fama de rara: tal vez por la gente, por los looks, por la música en sí, que parece monótona. Tal vez por eso es una pista aparte en todos los boliches: para que todos aquellos que no se la bancan - o no pueden estar ni un minuto, o les parece para extraterrestres o... etc, etc - no vayan y se queden en las otras pistas bailando otros ritmos.

Yo me hago cargo. Hace muchos años pensaba lo mismo, cuando no toleraba lo diferente, y me la pasaba diciendo: “ESTAN RE LOCOS”. ¡Como si yo fuera normal! Cuando uno va creciendo aprende a preguntarse cosas como....¿qué es lo normal? ¿Qué no lo es? Y otras preguntas existenciales y medio filosóficas que uno se hace, pero que ahora no da para explayarse en este paseo por la pista electrónica que intento darles.

En esta pista hay gente que cierra los ojos y se deja llevar, como poseída. La música invade los cuerpos en todas las pistas, pero me permito afirmar que en esta, es más evidente. Hay mucha expresión (se podría decir “zarpados en expresión, man”). La música en monótona o repetida o siempre lo mismo, para el que no entiende. Para el que sabe, la música electrónica va transmitiendo estados, va bajando, va subiendo hasta que llega a su estado máximo de explosión, cuando las paredes parecen estallar y la gente explota de locura. Para los que no entiendan, es algo así como un acto sexual con orgasmo consumado.
Cada tema electro es una historia y un camino a recorrer, como cada uno quiera. Hay movimientos libres, no hay una forma establecida para bailar y por eso cada uno hace la suya. Tiene mucho de individualista, hay poco roce de los cuerpos, pero también tiene mucho de tribu, de ronda, de seducción y de saber que todos están ahí porque aman esa música.
Se dice que “están todos dados vuelta” o que consumen algunas sustancias raras, pero, como en todo lugar, hay de todo y no es bueno andar generalizando.
La música es invisible, pero en esta pista parece materializarse. Uno ve como ingresa por los oídos e invade los cuerpos, y los va liberando uno a uno, hasta transformar la pista en una gran tribu en la que el DJ es el cacique de turno.
No faltan las gafas o los lentes oscuros (¿dónde está el sol que no lo veo? ..dirá una amiga con bronca por esto de que los electros llevan lentes al boliche). Pero es tanto el fanatismo, que las gafas son algo clave, suman y mucho.
La gente hace movimientos de cabeza, de pies, de manos, de hombros, repetidos pero a la vez en un estilo diverso en cada persona, como diciendo: “yo bailo así y no me importa nada”. Cada tanto irrumpen nuevas modas, pero las modas pasan y la música y la gente quedan. Así como un día llegó el paso flogger, un día se irá. Algunos apasionados o “emocionaditos” se mueven con todo; otros más tranquis acompañan con un trago en la mano.
Hace unos años llegó una visita inesperada a la pista: las botellitas de agua mineral. Así es de original el mundo electro: trajo agua al reino del alcohol. Todos sabemos que es por una droga llamada éxtasis, pero también hay algunos que se compran agua para estar en la onda. Exagerando un poco, la movida electrónica, sin querer, hizo un aporte a la salud de las personas. (Y el dueño de Eco de los Andes, chocho de alegría)
No quiero olvidarme de los curiosos, los que pasan a ver que onda y se van. No entienden mucho esto que ven, pero tratan de buscarle la vuelta y si no se la encuentran se van por donde vinieron.
Y si. Tanta gente así, atrapa, da curiosidad, intriga, misterio. Pero les aseguro que no hay ningún trastorno grave: sólo pasión, ganas y elección de un género musical. Les gusta la electrónica y nada más. Que no los jodan, si ellos no joden. Y si tienen ganas pasen, vean y déjense atrapar o de lo contrario, siempre habrá otra pista esperando, con otro clima.
La pista electro es un gran show, donde aparecen un sinfín de personajes. El show termina cuando el DJ decide dar paso al silencio En ese momento los que queden en la pista darán fuertes aplausos celebrando una noche espectacular donde fueron protagonistas.
En ese momento la realidad dice ¡hola!, y se dan cuenta de que el sol ya salió allá afuera y ahora sí, las gafas, cumplirán la función para la cual han sido creadas.
Mientras escribía esto me sonaba una parte de una canción de PINK: “God is a DJ, life is a dance floor, love is the rhythm, you are the music”… (Dios en un DJ, la vida es una pista de baile, el amor es el ritmo y tú eres la música).

También, antes de terminar esto, se me dio por buscar sinónimos de éxtasis, por curioso que soy, nomás: embelesamiento, enajenación, embriaguez, hipnosis, hechizo, encantamiento, abstracción, asombro, maravilla.
La pucha, me digo. Si hubiera empezado por esto, creo que no hacía falta escribir tanto. La pista electrónica, es todo esto. (Y MUCHO MAS)

10 de noviembre de 2008

BUENOS AIRES LIBRE (como un garabato)

Como cuando uno hace un garabato, sin pensar, en un papel, les voy a dejar este garabato que hice, pero con palabras.
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Tarde gris. Capital Federal. Mi vida y yo. A veces cuando uno viaja piensa qué pasaría si uno no vuelve más, qué deja uno atrás, qué cosas nuevas, qué cosas locas empiezan a brotar desde el fondo de nosotros mismos.... ¡Cuántas cosas que con el tiempo se van adormeciendo! O.. mejor dicho ¡dejamos adormecer! Será por eso, que si bien anhelamos tener tiempo libre, a la vez nos da un poco de miedo la libertad.

¿Miedo? Sí, dije miedo. Sin las obligaciones diarias, esas de las que nos quejamos, somos nosotros mismos y eso de vernos tal cual somos y pensar... es ... todo un tema. Mejor seguir ocupados a veces ¿no?

Ayer el sol, hoy las nubes. Los tanos, los brasileros, los yanquis, los de afuera, los de acá, los de paso.

Una plaza. La San Martín. La gente toma sol mirando hacia la torre de los ingleses. Es como una playa mirando hacia el mar, pero este mar es bien urbano, hecho de gente que pasa y pasa y de tránsito que pasa y pasa y sigue pasando allá en la avenida.

Una chica hace dibujos con tinta china negra en un cuadernito de esos de tapa dura, de escuela primaria. Su novio toma sol mientras ella dibuja lo que está viendo. Luego deja el cuadernito a un costado, lo despierta y se regalan esos mimos del amor, entre el pasto y el baño de un sol de primavera.

Florida. Una peatonal con cosas para comprar, con negocios, galerías, restaurantes, oficinas. y con los que reparten panfletos (al principio trato de aceptarlos pero ya después admito que me hartaron). Los volantes...invitaciones a comer... invitaciones a tener sexo..invitaciones a realizar cursos y capacitaciones... Algunos volantes, los menos, difunden alguna actividad cultural o una institución.

Florida también está plagada de artistas dueños de la calle, estatuas vivientes, bailarines de tango o de lo que sea. Arte, arte, arte. El mundo de los artistas y el otro mundo, el que pasa al lado, el que deja una moneda, el que se para a ver, a oír, a sentir...

Las librerías de la calle Corrientes, pequeños mundos que nos transportan al pasado, a un librero que te atiende bien, que saluda, que te dice que te puede ayudar en algo, que sabe de libros. Todo es como antes de las grandes corporaciones, de los grandes sellos y grupos editoriales. Antes de que nos reine ese Dios vendelotodo llamado marketing.

Caminar, caminar y caminar. Y volar, volar, volar. Avenida Corrientes, la que nunca duerme, tiene librerías, pero también están los teatros, los actores y las actrices con sus obras en cartel.
La vi a Viviana Saccone, tomando un café con un hombre. Me detengo a ver por un rato. Eso de ver a una actriz en la realidad, tiene lo suyo. Por un instante, la magia esa de traspasar la tele. Luego la magia se va y de inalcanzable pasa a ser real. Pero es muy hermosa, por cierto.

La 9 de julio. Ancha, muy ancha. En la plaza de la República, palomas y gente sacándole fotos al Obelisco.

Y muchos carteles de publicidades, que me venden cosas, que en realidad no necesito para vivir. Será por eso que son tan grandes, como para convencerme de que sí, eso me hace falta, y como soy humano, a veces caigo en la trampa -carajo- y compro...

Tal vez los he mareado un poco con este texto .... salió libre, así, un poco loco.. como mareado de tanta Capital.

(3 de octubre)

30 de octubre de 2008

DESDE UN RINCON DE OTRA CIUDAD (desde lejos, sí se ve)

Otra ciudad. Otro lugar. Desde lo alto todo se ve diferente. Desde lejos todo se ve diferente.
Estoy en la capital o como decimos comúnmente los de mi ciudad: estoy en Buenos Aires.

Acá estoy, otra vez yo. Pero esta vez es diferente, no voy y vengo en el día, sino que estoy jugando a ser local. Por unos días, estaré en un pequeño mundo ajeno, un pedazo de edificio, llamado departamento o depto, en su versión más breve.
Estoy solo y hay mucho silencio. Subo y bajo cuando quiero. Voy del silencio al caos, de la soledad del departamento a la soledad en masa que tiene esta ciudad tan poblada, tan urbana, tan alocada, tan Buenos Aires..

Abajo está el movimiento típico de gran ciudad. Muchos autos, mucha gente, mucha propaganda, mucho mareo de los sentidos y sobre todo de la vista.

Desde aquí, desde lo alto, la ciudad, parece otra. Desde lejos sí se ve y se ve distinto. Como se ve distinta mi vida desde acá, desde Buenos Aires a unos tantos kilómetros de distancia. Aquí arriba sólo se oyen sonidos lejanos, de autos en movimiento, de bocinas... la vida urbana misma y sus sonidos. Por la ventana se cuelan algunos tangos, que vienen de las disquerías que están aquí abajo.

Yo escribo en soledad algo que leerán después los demás. Cada tanto me asomo a la ventana que está a mi derecha. El cielo está gris, gris calma, gris siesta.

De repente me viene un pensamiento: soy Martín, estoy escribiendo en una computadora prestada, en un departamento, en la Capital Federal. ¡Qué loco! Cuando era chico, Buenos Aires, era “el gran viaje”, y representaba para mí, tantas cosas. Viajar, recorrer distancias que parecían enormes e interminables; acá esperaban las novedades, los regalos que me compraría mi mamá, la ropa, los juguetes y todos los deseos de esa burbuja llamada niñez.. Recordando todos estos sentimientos de niño, me digo: no puedo creer estar escribiendo en Buenos Aires, en pleno corazón de esta loca, loca Capital.

Vuelvo a la realidad o mejor dicho a escribir, que es otra realidad, mi realidad. La ventana que esta a mi derecha recorta un pedazo del afuera y da la casualidad que quien está allí en la esquina es el mismísimo obelisco. Tampoco es algo de otro mundo, pero...la verdad da un poco de cosa escribir y tenerlo ahí mirándome como un gran hermano.

¿Vieron esos inmensos carteles de publicidad que se ven por la 9 de julio? En este momento veo la parte de atrás, con unos tipos que están haciendo mantenimiento. Jamás me pregunté quién se dedica a eso, ni cómo lo hace. Ni mucho menos cómo fue que esos carteles llegaron ahí para vendernos algo. Que sé yo, pienso: la empresa les paga y los tipos, están ahí, detrás del cartel, colgados. Los veo por la ventana y sin duda es una postal deslucida, fea; nadie quisiera sacarle una foto a este otro lado de la realidad. Es el otro lado de un súper cartel, de una empresa de hamburguesas.

Me prometí venir de visita, de paseo y no escribir ni una línea. Pero no aguanté estas ganas de contar, que como siempre, son más fuertes que yo.
Aunque suelo decir que no hace falta alejarse miles de kilómetros, para ver mejor las cosas, alejarse, hace bien. Uno mira la vida desde lejos, como una película, y puede sacar buenas conclusiones. Es como estar frente a un ropero, bien cerca y pensar que todo está en su lugar, pero cuando nos alejamos un poco descubrimos que algunas cosas no están donde deberían estar, o que es necesario mover algunas, reordenar, para que todo esté mejor.
Vuelvo a mirar hacia la ventana. Los tipos que estaban en el cartel ya se fueron. Y yo también me voy.
Cierro la ventana porque allá abajo, las calles esperan por mí.

(Escrito el 3 de octubre)

19 de octubre de 2008

FERIA DEL LIBRO SAN NICOLAS 08

Los días 9, 10, 11, 12 y 13 de octubre, se realizó en la Vieja Estación de Trenes, una nueva edición de la Feria del libro de San Nicolás.

Allí estuve presente, con el stand de la Librería San Pablo, quienes me brindaron su espacio para lo que más me gusta: encontrarme con los lectores (y por supuesto, charlar, charlar y charlar)

¡Gracias! a la gente de la librería (Liliana, Juan Cruz, Andrés) por el apoyo.

¡Gracias! A todos los que con sus palabras y gestos me dan energía para continuar en este camino de ser escritor!

Y que esta nueva feria siga creciendo...


¡Hasta la próxima!

11 de octubre de 2008

MI COLUMNA EN REVISTA ON LINE 2006

¡HOLA A TODOS!

Para facilitarles la búsqueda y la lectura de mis artículos web, acá les dejo todos los links con su título.Estos artículos pertenecen a la Revista On Line, de la Editorial San Pablo Buenos Aires, casa editora que publicó mis dos libros de cuentos.Todos estos textos pertenecen al año 2006.


Ser peregrino: Virgen del Rosario de San Nicolás
http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=articulos&id=1269

Primavera: tiempo de reverdecer
http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=articulos&id=1257

Alternativas para pensar el éxito
http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=articulos&id=1246

Jóvenes desorientados: ¿y si buscamos las causas?
http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=iautores&autorid=942&p=3

Nunca es tarde... arrancar a los cuarenta
http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=iautores&autorid=942&p=3

Receta para ser joven
http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=articulos&id=1143

Del sueño al hecho, del querer ser al ser

http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=articulos&id=1140

Juventud, el puente hacia el futuro

http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=articulos&id=1127

MI COLUMNA EN REVISTA ON LINE 2007

¡HOLA A TODOS!

Para facilitarles la búsqueda y la lectura de mis artículos web, acá les dejo todos los links con su título.Estos artículos pertenecen a la Revista On Line, de la Editorial San Pablo Buenos Aires, casa editora que publicó mis dos libros de cuentos.Todos estos textos pertenecen al año 2007.

MI COLUMNA EN REVISTA ON LINE 2008

¡HOLA A TODOS!

Para facilitarles la búsqueda y la lectura de mis artículos web, acá les dejo todos los links con su título.
Estos artículos pertenecen a la Revista On Line, de la Editorial San Pablo Buenos Aires, casa editora que publicó mis dos libros de cuentos.
Todos estos textos pertenecen al año 2008.


Nadie me entiende. Carta a un joven incomprendido
http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=articulos&id=1895

La ruta de las decisiones

http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=articulos&id=1888

Con el amor verdadero (1era Parte)

http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=articulos&id=1873

Con el amor verdadero (2da parte)
http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=articulos&id=1883

Cuando me siento mal

http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=articulos&id=1861

15 minutos antes de salir

http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=articulos&id=1852

Sobre sumar, restar y un no sé que me pasa.
http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=articulos&id=1843

Que se extienda, por favor que se extienda.
http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=articulos&id=1835

Primero de enero y página en blanco
http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=articulos&id=1826

1 de octubre de 2008

EL 25, EL CAMPITO, LA VIRGEN, EL CORO, ZAMBA QUIPILDOR...

24 /09/ 2008 - 9 PM. La zona del Santuario de la Virgen del Rosario de San Nicolás, comienza a cambiar su paisaje habitual. Para nosotros, los nicoleños, es el campito de la Virgen. Todo empezó hace unos años, 25 recién, 25 ya.
No deja de sorprenderme que “el campito” se vaya transformando en “el Santuario”. Los medios le llaman “fenómeno mariano” y realmente al principio no me gustaba esa palabra. Pero año tras año, siendo testigo de todo esto, voy comprendiendo y confirmando el uso de la palabra fenómeno. Es la Fe y la gente; es la Fe viva en la gente que llega de todas partes, que la veo, que la siento, y que invade hermosamente la ciudad en cantidades miles.
A las 9 de la noche en el campito, como todos los años, se encuentran al costado del escenario, los y las coreutas que van a cantar la Misa Criolla junto al cantante folclórico Zamba Quipildor.
A la medianoche estarán sobre el escenario, para engalanar la primer Misa, esa que da comienzo al día central, cumbre en la ciudad de San Nicolás: el 25 de Septiembre.
“A las 9 es la prueba de sonido”, había dicho, el director del coro. Y son las 9 menos 5 y son las 9 y las 9 y 5, y ahí van llegando, uno a uno. Están los de siempre, los de antes, algunas caras nuevas, algunos que resurgen de las cenizas como el ave fénix. Es como una fiesta familiar de fin de año, un reencuentro para cantar.
Algunos se dedican al coro durante todo el año y desde hace años, otros solo se unen para cantar esta obra tan especial. Para aquellos que no saben, (como el remisero que me trajo de regreso del campito esa madrugada) les cuento que la Misa Criolla es una obra argentina, de reconocimiento mundial, compuesta por Ariel Ramírez: una misa cantada sobre formas musicales puramente folklóricas.
Fue cantada por varios interpretes de nuestro folclore nacional, entre ellos Zamba Quipildor, quien ha recorrido el mundo con esta obra y tenemos el lujo de poder verlo en el campito de San Nicolás desde hace unos años.

25/09/2008 - 0:00 HS. Los fuegos artificiales inundan el cielo, la multitud entona el feliz cumpleaños a María y así la magia comienza a desplegarse.
El coro ya está ubicado en el escenario, divididos por cuerda: Tenores, Sopranos, Contraltos y Bajos, con la partitura en mano.
El campito está repleto, es una fiesta multitudinaria de fe. Comienza la misa, el director mueve sus manos y las voces comienzan a despertarse. Señor, ten piedad de nosotros... Gloria a Dios, en las alturas... Padre todo Poderoso.. Santo Santo Santo.. Cordero de Dios que quitas... irá entonando Zamba junto al coro.
El Director marca, guía, hace dibujos en el aire y las voces cantan. Artistas que unen sus voces, unidos por el placer de cantar. Cada voz es un granito de arena que se lleva el viento.
Nadie hace ya las cosas por amor al arte, se dice por ahí, pero la gente que va al coro es una excepción. Van por amor al arte. Por amor al arte (repito a propósito)
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El tiempo corre y hace frío en la madrugada del Campito y más de uno en ese momento envidia el poncho salteño de Zamba Quipildor.
Hay un premio para los coreutas y es grande y único: la vista desde el escenario. Miles de personas, miles de antorchas, de pañuelos que se agitan; un verdadero mar de gente. Una imagen guardada en la retina por siempre, que emociona, que eriza la piel.
Y el otro premio, por supuesto, es el aplauso. En algún momento Zamba pedirá un aplauso para el coro y agradecerá la presencia. Y el director -que lleva años en la ciudad, remando en esta difícil vocación de música y coro- devolverá el gesto con una sonrisa.
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Es de madrugada y la misa ya terminó, muchos se fueron y otros miles se quedaron: “Cantate, otra Zamba” (Balderrama, Lunita Tucumana, Zamba de mi Esperanza, El Humahuaqueño, etc, etc...)
Pero todo llega a su fin, en algún momento Zamba se despide, si Dios quiere, hasta el año próximo. El coro baja del escenario, con cansancio por las horas de pie, como soldados al pie del cañón. Cada uno tiene su vida, sus problemas, pero allí arriba todos son uno.
Al apagarse las luces, los coreutas vuelven a ser ellos mismos. Cada uno se aleja y se pierde entre la gente. Regresan a su casa con una sonrisa, habiendo aportado su voz, sus ganas, su arte, su amor por la música.
El escenario quedó vacío y el campito en silencio, esperando vibrar nuevamente cuando el sol ilumine otro 25, de emociones, de multitud y de corazones latiendo al compás de la Fe.
Mientras tanto, en otro lugar del campito, la imagen de María - esa que vieron antes un tenor y un bajo y le sacaron foto-, espera ansiosa la hora para salir a navegar entre la multitud.

“Maria, la luz en la fe de miles de creyentes” “una multitud impresionante, se instaló en San Nicolás para vivir las emociones del 25 aniversario del acontecimiento mariano. La llegada incesante de las peregrinaciones, las antorchas de la procesión, y la voz de Zamba Quipildor fueron algunos de los matices que hicieron que miles de personas se emocionaran hasta las lágrimas"... (DIARIO EL NORTE 25/09/08)

((GRACIAS MATEO Y ROMAN POR LAS FOTOS))

4 de septiembre de 2008

LA MUERTE A TRAVÉS DE LA VENTANA

Hoy me levanté como siempre. Vestirme, lavarme la cara, los dientes...en fin...todos los rituales del despertar a la vida.
Fui hasta la cocina, tomé una taza, la llené con agua, la metí en el microondas y mientras tanto me detuve a mirar a través de la ventana: la entrada de mi casa, los canteros con flores, las rejas negras, la vereda, la calle...
Estaba yo ahí, parado con las manos apoyadas en la mesada que está justo debajo de la ventana gozando de esa mirada panorámica, que lo mira todo sin mirar nada en detalle. Algunas personas que pasan caminando, autos que pasan y pasan, bajo un cielo despejado de invierno. El calendario que está agarrado con un imán de la heladera, me dice que hoy es 5 de agosto.
Mientras la taza giraba en el microondas -y el mundo gira y gira sin parar- un vehículo se detuvo frente en la casa de enfrente.
Unos hombres de saco negro se bajaron, abrieron las puertas traseras y sacaron una camilla con una bolsa color bordó.
Mi mirada se detuvo en eso que estaba sucediendo ahí y ahora. También se detuvo el microondas, pero yo ni me di cuenta. Los hombres atravesaron el portón verde del garage y afuera quedó el furgón con la palabra Cochería pintada en la carrocería.
Mi madre como todas las mañanas, estaba haciendo su ritual diario de limpieza; pasó por donde yo estaba, se detuvo uno segundos a mirar por la ventana, se hizo la señal de la cruz y se alejó rezando.
Esto de ver la muerte desde la vereda de enfrente y a través de la ventana parece una película. Todo parece más sencillo cuando uno es un mero espectador, cuando la muerte pasa por otro lado y decide tocar el timbre de la casa de enfrente. Cuando me tocó de cerca, perdí el eje de mi vida hasta que con el tiempo, me fui recuperando.
Mientras los hombres demoraban en el interior de la casa, pensé en muchas cosas: en la típica frase “no somos nada” y en algo más elaborado: “cuando nos vamos queda todo lo bueno y lo malo que sembramos en este mundo”. Nuestro cuerpo dice adiós y queda todo lo que hicimos con nuestros días, nuestras horas, nuestros minutos y nuestros segundos.
Podemos hablar del más allá, del paraíso, de cualquier cosa. Podemos imaginar que reencarnaremos en un perro... todo es válido. Pero lo cierto es que queda todo lo que dimos. Todo lo que fuimos de santo y todo lo que fuimos de hijos de puta. Todo.
La muerte tal vez se ve como algo oscuro, pero hoy la vi llegar de día. Me hizo pensar en qué quiero dejar en este mundo y en los que me rodean, antes de irme, algún día, cuando la muerte diga Hola, Vine a buscarte.
Todo pasa y algunas cosas quedan. Creo que lo más simple es lo que a la larga queda en la memoria. Los gestos y también las palabras, que no se las lleva el viento, sino que quedan en algún rincón de la memoria.
Como habrán de imaginar, los hombres de saco negro se fueron en el furgón con el cadáver, dejándome el paisaje típico de la casa de enfrente.
¿Qué sería de la vida sin la muerte? Algo me hace pensar que son amigas.
En la mesa, la vida me esperaba para desayunar. Y en el microondas la taza con agua me esperaba para transformarse en un té.

22 de agosto de 2008

ESO DE REUNIRNOS TODOS (con los amigos de siempre)

Vuelve E. a San Nicolás. Vuelve de porteñolandia cada tanto, y de alguna forma u otra da el puntapié inicial para la reunión. Es el amigo convocatoria: ni bien pisa suelo nicoleño, hace unos pases mágicos y lo que parece imposible (juntarnos todos), se transforma en realidad.

Reunirnos todos, cosa difícil a medida que pasa el tiempo. O a esperar ese día establecido, el 20 de julio, día en que todos se desesperan por festejar, mandar mails, mensajes de texto y repiten la palabra amigo una y mil veces, hasta el hartazgo. El resto del año no sé bien que pasa, o tal vez sí: en el día del amigo se recuerda la llegada del hombre a la luna; debe ser que muchos amigos viven en la luna todo el resto del año. Si, si. Eso, eso.

Crecer y entrar al mundo adulto viene con una frase armada y establecida: no tengo tiempo, no tengo tiempo. Una vez leí en un libro de Bucay, que en realidad eso quiere decir “no tengo ganas” pero disfrazado, para no herir a nadie. Y después hay una promesa que no se va a cumplir, esa que dice “te prometo que un día de estos”... (un día de estos nos juntamos, un día de estos empiezo la dieta, un día de estos arranco el gym...)

Mi amigo E., el porteño, no es porteño. Nació acá, pero vive en Buenos Aires desde hace unos años. No sólo se fue a estudiar allá, sino que además logró recibirse, sobrevivir y seguir sobreviviendo a la gran urbe y eso es muy meritorio. Cuando vuelve viene con otro ritmo, otra velocidad, otra sintonía, pero después se acomoda, se calma. La vida va en cámara rápida allá por la capital.

En sus primeros regresos, E. era una especie de viento porteño que nos traía todas las novedades de una Buenos Aires que a esa edad parecía tan lejana. - La onda ahora es... - decía- y siempre daba en la tecla, así que había que tomar nota de lo que en unos meses llegaría a San Nicolás.

Y bueno, la cosa es que terminamos el sábado a la noche sentados, todos juntos, en una mesa, gracias a una fuerza extraterrestre que logró que todos digamos si, hoy puedo, no hay drama.

E., como siempre, acompañado por un atado de Parisiens. En la mesa falta el amigo M: como siempre la estrella se hace esperar. Si Moria es como el Obelisco, M. vendría a ser la esquina de Mitre y Sarmiento de San Nicolás (esquina clásica y famosa de la ciudad). Todo un símbolo. Ayer M, pobre, se pegó un palo con la moto y terminó en el hospital, pero ya está listo para salir a la noche, en una especie de, “me la banco igual” aunque le duela desde el pelo hasta las punta de los pies.

Así que somos cinco: E., R., yo, N. y P, la dama, novia de E. Bendita tu eres entre tantos hombres. Lo bueno de P. es que es una más del grupo y nos hace sentir cómodos. Raro eso en la novia de un amigo...tiene el don de caernos simpática.

Pedimos pizza y empieza la charla, esa en la que hay de todo como en una ensalada de frutas. Empieza por el presente, por ponernos al día con la clásica... ¿y qué es de la vida de...?
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Ya con la pizza servida y la Stella Artois, en los vasos, llega M. Está un poco duro, como una estatua viviente, por los golpes, pero ingresa con todo ese aura de actor que lo caracteriza. (Hola Ñafle, ¿me das un autógrafo?)

M. es un artista que trabaja de otra cosa (pero no toma Gatorade). Ahora somos seis. E. y P. eligieron carreras de números y los une la misma pasión. R. está dando sus primeros pasos en eso de ser arquitecto y anda contento. N., es una historia aparte. Como que está el mundo y del otro lado está N. Hoy lo felicitan por vivir; es el loco de la moto, el del viaje en ciclomotor Juki por distintos países de América. Así que vendría a ser un motoquero pero con una moto que no es de motoquero, pero se la banca.

R. cuenta anécdotas de un finde en la capital. P. habla de unas acciones en la bolsa. N. nos cuenta cosas de su viaje que lo ausentó de nuestras tierras por varios meses. Y yo... yo hablo y hablo como siempre, le meto un poco de alegría para reírnos de la vida, y mientras pienso que llegó la hora de plasmarnos en una historia en el blog.

M. relata cronológicamente la historia de su palo con la moto. Hoy trae lentes de contacto de color. (Las chicas del barrio le gritan al pasar, dale guachín, sacános a pasear) De haber sido pendejo hoy, M. hubiera sido flogger.

Luego de ponernos al día, llegan los “te acordás”... y ahí llegan los recuerdos. Y nos ponemos algo melanco, nerviosos, un poco inquietos, pero sin duda nos reímos del pasado.
Y vivimos esa sensación única de la amistad a través del tiempo: ¡a veces sería mejor que no se acordaran de esas cosas!... pero a pesar de los caminos diversos, de las peleas, de los alejamientos, de los malentendidos, acá estamos, en la mesa de nuevo.

Los amigos de siempre tienen eso, son de siempre, y claro, se acuerdan de mis primeros pasos en la noche, de mi pantalón tan arriba que un poco más me estrangulaba, de algún bicho que me comí, del algunos (muchos) papelones y de viejos sobrenombres que ya había olvidado.

Y salen nombres que dicen mucho: Bartolomé, el Sapo, El Bonsi, Jetro, Tikal..lugares de esparcimiento donde dimos nuestros primeros pasos nocturnos.

Y así se va la charla y llega la cuenta dando el silbato final. M. es Licenciado en Movida Nocturna, y nos dice: - “Si no entrás a Gap a las 12 no entrás más....
P. está feliz y dice: “¡Comimos por 12 mangos cada uno!”. Y sí. Está acostumbrada a que en capital le salga todo más caro.

A levantarse. Nos vamos a Gap.

Y ahí nos vamos, con el pasado que se hizo vivo, caminando las calles del presente como siempre, (¿o como antes?).

El tiempo pasa, si... y tan rápido. Y ya no somos los mismos. Pero de alguna manera- pienso mientras ellos hablan- no somos los mismos de ayer pero casi casi iguales. Con nuevas alegrías y nuevas penas. Acá estamos.

Y con los recuerdos que hoy salieron, pero ya los dejamos de propina en el bar, seguimos caminando las calles hacia GAP, boliche que en el futuro tendrá otro nombre (manía típica nicoleña esa de abrir lo mismo con otro nombre)

¡Y a vivir se ha dicho! Ha vivir este presente, que mañana será pasado, y tendrá anécdotas que contar. Quien sabe en qué mesa, de qué lugar.

11 de agosto de 2008

VISITA A LA BIBLIOTECA DEL BARRIO DEL CARMEN (SAN NICOLÁS)

El viernes 25 de julio de 2008, visité la Biblioteca del Barrio del Carmen, que queda en mi ciudad, San Nicolás de lo Arroyos.
Este post es una manera de decir ¡GRACIAS!... a la bibliotecaria, a las maestras y por supuesto, ¡a todos ustedes chicos!
Gracias por invitarme a compartir una tarde inolvidable. Todo esto me da muchísima energía para seguir escribiendo.

LES CUENTO UN POCO

Me sorprendieron de entrada con un gran cartel de bienvenida, que tenía pegado en el centro un artículo del Diario “El Norte”, del domingo anterior.
Las seños tomaron como disparador el cuento “Pintores de la vida”, que se incluye en mi libro “Cuentos jóvenes para jóvenes”. Este cuento hace un paralelo entre el pintar y el vivir, pensando a la vida como un lienzo en blanco que podemos pintar con nuestras decisiones, acciones y valores.
Prepararon y colgaron de la pared, una gran paleta de colores y en cada color se podían leer distintos valores. También a lo largo de la biblioteca, habían pegado distintas palabras, como solidaridad, creatividad, lealtad, amor, tolerancia, respeto, etc. Fuimos recorriéndolas una a una y comentándolas con los chicos.
Luego de leer juntos el cuento, y de responder a todas sus inquietudes, las seños invitaron a los niños a elegir los distintos valores-colores con que pintarían sus vidas y a pegarlos en unas mini paletas de pintor. Cada chico elegía con qué valor pintaría su vida ¡Estuvieron muy ingeniosas!
Si bien vengo visitando colegios y cada experiencia suma muchísimo, este encuentro fue muy especial.
Me enseñaron que los que menos recursos tienen, son los que más dan, los que mayor amor y dedicación le ponen a lo que hacen.
También se mostraron muy agradecidos con mi presencia y eso, el ser agradecido, no es tan común en estos tiempos.
Esto no sólo me emociona sino que me da energías para seguir. ¡No saben cuánta! Saber que algo que hice, un pequeño cuento, puede motivar algo así. Combustible para el camino...

En este momento pienso en esas pequeñas paletas que los chicos se llevaron a sus casas de recuerdo. Es muy importante para esos chicos haberles hecho elegir los colores con los que pintar la vida. Esa actividad va más allá de un juego y la recordarán cuando crezcan.

¡¡Muchas Gracias!!

Y les dejo el link a la nota del diario El Norte, donde quedó plasmado para siempre, este encuentro:


http://www.diarioelnorte.com.ar/noticia.aspx?IdNoticia=103714

22 de julio de 2008

DOMINGO PORTEÑO (PARTE 2): Bar y River Campeón

La tarde de domingo siguió en el bar. Este es un domingo distinto para mí. Estoy lejos de la tranquilidad de mi ciudad, lejos de mi casa. Un domingo sin mates, sin cansancio de salida bolichera, sin la lectura del diario o de algún libro.
Es domingo, la vida me trajo a Buenos Aires, y aquí estoy en un bar que queda exactamente en la esquina de Lavalle y Maipú.
En este bar- como en todos- hay mesas y sillas con personas que se sientan, armando sus mundos. A diferencia de los bares que frecuento en mi ciudad (San Nicolás) no encuentro caras conocidas; en este bar no tendré que detenerme en un saludo, no escucharé un “hola Martín, qué hacés”. Vivo eso de ser una persona desconocida, real, pero de alguna manera invisible.
La mayoría de las personas apuntamos la mirada hacia el televisor que cuelga de la pared. Torneo Clausura. River 1- Olimpo 0. River pelea el campeonato y puede llegar a gritar campeón luego de cuatro años de sequía.
- Para ser campeón hay que sufrir, dice mi amigo el mendocino. Olimpo pelea el descenso, con Racing, Colón y unos más. Si gana River, y Estudiantes empata o pierde contra Colón, somos campeones - intenta explicarme el otro mendocino.
El mozo, que viste camisa y corbata, trae un tostado y se lo deja a un muchacho en una mesa cercana. De los nervios que tiene no se da cuenta de que un platito con el pedido acaba de aterrizar en su mesa, al lado de una copa con cerveza y una botella verde de Stella Artois, que está por la mitad. El joven se toca los labios, cruza los brazos, mira hacia el televisor, se agarra la cabeza. Nervios de fútbol, ganas de gol.
En este momento, me acuerdo del Negro Fontanarrosa y su pasión por el fútbol. Quien sabe porqué, me vino a la mente. El negro es Rosarino, y estamos en Capital. Seguramente se escapó un ratito del cielo. Qué mejor que un domingo de fútbol para escribir sus historias.
No soy un tipo futbolero, pero en otra época lo fui. Cuando estaba mi hermano en casa, y yo andaba rodeado de pasión, de nervios que se contagian, de puchos encendidos (ni hablar cuando se iba a penales), de El Gráfico, y el TN DEPORTIVO infaltable a la hora del almuerzo.
Y ahí estábamos nosotros, los tres de River, con la mirada y la pasión puestas en 22 jugadores que van detrás de una pelota.
¡Cómo se puede perder ese gol! – se queja uno. El arquero le tapó un golazo al Burrito Ortega. Y a tragarse esas ganas de gritar gol o guardarlas con suerte, para más adelante. UUUUUUUUUUUUUUUU! – se escucha a coro. River se perdió otro gol y se escuchan algunos puños que golpean contra las mesas.
Fin del primer tiempo. Baja la tensión y llega un poco, sólo un poco de relax. La gente en las mesas retoma la charla. Afuera la gente continúa si vida. caminando por la peatonal: no todos giran alrededor de este partido. Esto es cosa de fanáticos y en este caso de River. Los que estaban parados viendo el partido a través del vidrio, allá afuera, retomaron la marcha.
Pasa el colectivo 17, Wilde-Recoleta. Hace un poco de frío.
Mozo, mozo. La cuenta. Nos vamos a caminar. Los mendocinos estaban entre ver el partido o ir hasta el Obelisco, para conocer, y ya se habían decidido.
Y a River todavía le faltaban 45 minutos para gritar campeón.

*************

El domingo también se nota en Capital. Los pasos son más lentos, no se ven tantos trajes, ni tanto apuro, ni el mar de gente. Bajaron un cambio y se nota.
Nos fuimos del bar, llamado Multibar. Nuestros pasos y nuestras ganas nos llevaron a caminar por la peatonal Lavalle hasta la peatonal Florida. De ahí hasta Corrientes, y luego doblar hacia la 9 de Julio para visitar al amigo Obelisco que aún sigue ahí, como siempre.
Cuando pasábamos por un bar, nos deteníamos a espiar la pantalla de televisión, para ver como iba el partido. La cosa se había complicado, pero todavía no estaba todo dicho. Y después todo pasó muy rápido: la ñata contra el vidrio, un nuevo gol de River, mirar el cronómetro casi hipnotizados y desde la calle, y esperar ansiosos a que el réferi marcara el final. Y por unos minutos, con la victoria de River ya consumada, esperar el resultado del otro partido, para poder gritar por fin un nuevo campeonato.
¿Salió campeón River? – preguntó un transeúnte. ¿Y cómo va? – me preguntó otro.
Mirá, para vos bosterita, le dijo un hombre a su mujer. Eso es ser campeón - le agregó en tono de gastada. Y siguieron caminando. Mientras la hinchada gritaba y cantaba DALE CAMPEON.
Y mientras nosotros nos alejábamos caminando, porque en un rato salían los micros desde la terminal, el monumental estallaba de alegría, de pasión y de delirio, que sólo el fútbol sabe despertar.
Y son postales, postales inolvidables para el recuerdo, dijo el mendocino. Y yo le hice un gesto de que tenía razón. Mucha razón.
(08 de junio 2008)

18 de julio de 2008

A LOS AMIGOS

Bueno, acá estamos. Un nuevo día del amigo... consumo.. comercio... y si.. hay de todo un poco. Pero lo importante es aprovechar la ocasión para pensar en esto de ser amigos y en el valor de la amistad.

Es difícil definir, ¿quien es amigo?, ¿quién no? Hay muchas teorías dando vueltas, opiniones diversas. Lo importante de un amigo, creo, es que sepa estar a su manera, con sus defectos y sus virtudes. Saber estar.

¡No te veo nunca pero me llamás para el día del amigo! (¡Cuántos pensamos en esto! ¿no?).. Si bien es cierto, también hay que mirar el lado positivo: si se acordó, por algo es. Peor es nada.

Y cada 20 de julio parecemos locos, queriéndonos juntar todos ese día. Yo digo: ¡Tranquilos! ¡El día del amigo es todo el año! Así que no pasa nada si nos juntamos otro día. No se termina el mundo... (eso creo jeje)

Para este día del amigo que se viene les regalo un poema. No soy de escribir estas cosas, pero salió un día, me gustó y decidí incluirlo en mi segundo libro.

También allí, planteo la idea de pensar a la amistad como una autopista, donde nosotros somos los autos: hay amigos que se adelantan, otros que dejamos en el camino, unos que regresan, otros que se nos cruzan inesperadamente y otros con los que chocamos... pero en fin, somos amigos...

Por los momentos compartidos... que quedan para siempre en nuestra memoria. Y aunque ya no estemos juntos, a la misma velocidad, andando a la par... ¡Sabés que contás conmigo!

UN ABRAZO PARA TODOS!! FELIZ DIA DEL AMIGO!!
________________________________________
A LOS AMIGOS

Eres mano tendida.
Escudo, combustible y faro con luz encendida.
Eres el que escucha, ríe y camina.
El que llora, cae y calla.
El que acompaña, entiende y perdona.
Fiel guardián de los secretos que jamás se han de contar.
Tu memoria es un jardín, donde los recuerdos compartidos, florecen sin cesar.
Sabes ayudar a tu propio modo y entender mis modos.
Amigo te dicen. Amigo te llamo.
Hay marcas en el camino.
Dos pares de huellas que caminan a la par.
Mi compañero incansable, de igual a igual.
Brindemos por las horas vividas, y por aquellas que vendrán.
Por el camino transitado
Por lo bueno y por lo malo
Por lo anhelado y por lo cumplido.
Dos amigos son dos reyes
que gozan de un inmenso tesoro llamado amistad.
A los amigos, este poema, invitando a soñar,
Con un futuro lleno de amigos que en la vida no han de faltar.

En "Cuentos con mirada joven", Editorial San Pablo. pág 87

25 de junio de 2008

DOMINGO PORTEÑO (PARTE 1): Andando en tren

- Se toman el tren acá en la estación y van para Retiro – nos dijo la recepcionista del hotel.
Caminamos unas cuadras y llegamos a la estación de trenes de San Miguel. Sacamos los boletos y nos dispusimos a esperar en el andén; ellos sentados y yo de pie.
Me sentía como un niño, feliz de la vida, con mucha ilusión. Habían pasado más de diez años de aquel último viaje en tren.
Mientras esperaba, observaba detenidamente todo. Era domingo a la tarde y eso hacía que todo estuviera más calmo, más relajado, más lento y menos concurrido que de costumbre.


- ¿Te dijo cada cuanto pasa?- preguntó uno de mis compañeros.
- Ni idea, contesté. Disfrutemos, estamos esperando un tren, ¡un tren!- repetí con alegría. Parecía un pibe esperando que sean las doce y llegase Papá Noel.
Aunque para los miles de ciudadanos bonaerenses que viajan cada día, el tren resulta una insoportable pesadilla- frío, hacinamiento, mal estado de los vagones, inseguridad, etc, etc- yo estaba por vivir algo único.
Subirme al tren implicaba revivir sensaciones y momentos que estaban guardados en algún lugar de mi memoria. Estaba más contento aún porque este viaje no estaba planeado: la felicidad de lo inesperado y hermosamente sorpresivo tiene un sabor inigualable. Desde ahí hasta Retiro pensábamos ir en micro, pero, afortunadamente no nos había quedado otra.
El tren llegó unos minutos después, con su imponente figura que se recorta en el horizonte, con su melodía repetida al andar, que fue cesando hasta dejarnos en un silencio absoluto.
Esperar en el andén y partir en tren, toda una novela. Así subimos y nos sentamos, los tres, los dos mendocinos con su acento particular y yo. Hablábamos de todo, pero lo que más se escuchaba era una queja: ¡cómo no trajimos una cámara de fotos!.
Cuando finalmente el tren se puso en marcha, unos de los mendocinos, el que tenía un acento venezolano, dijo: - Falta una chica hermosa saludándonos y luego corriendo el tren y estamos completos. – La verdad que sí- contesté con una sonrisa. El tren y la estación tienen esa cosa de película.
A partir de ahí nos quedamos en silencio, mientras por los pasillos de los vagones desfilaban los vendedores ambulantes.
A través de la ventana del tren de la línea San Martín, fui viendo un álbum de fotos, cuyas páginas se cambiaban a medida que iba recorriendo las distancias. Un mundo nuevo a cada paso; distintas realidades, distintas estaciones, distintas maneras de vestir.
Postales urbanas que sólo podía regalarme el tren, con su andar lento, pero lindo, con ese que se yo, viste. Si será mágico el tren que logró dejarme una hora callado y sin palabras para describir todo lo que sentía.
Y vi una familia almorzando en el patio. Y vi dos hombres mayores compartiendo un vino en cartón a orilla de las vías. Y vi a unos hinchas de River cantando con toda la pasión, y agitando sus banderas rojas y blancas. Cuando paramos en la estación Palermo vimos un par de minitas que estaban rebuenas.
El álbum de fotos, se terminó en Retiro. Tuve ganas de jugar a Gastón Pauls para poder decir: la ciudad tiene historias que contar, soy Martín Gozdziewski y esto es Ser Urbano.
Al bajar nos esperaba, otro álbum, el de la calle, un domingo a las dos y pico de la tarde.
Me bajé entendiendo mejor esa frase que dice que el tren une al país. No sólo por su condición de medio de transporte.
Desde el tren, uno conoce la Argentina desde adentro, desde sus entrañas. Desde la vías uno entiende mejor esto de ser argentino. Andar en tren es cruzar la miseria, el hambre, la pobreza, el olvido. Es dejar que la ventana nos muestre imágenes de diferentes historias unidas por las vías del ferrocarril.
Señoras y señores gobernantes, quedan ustedes invitados. No hace falta gastar millones de pesos para conocer a su pueblo.
Simplemente los invito a viajar en tren y a tomar una dosis de realidad. Cuesta $1,05. Y después me cuentan que tal.

(08 de junio de 2008)

2 de junio de 2008

LA SALA DE ESPERA

Llegué. 19:25. Sala de espera de un instituto médico privado. Tengo turno para las 19.30. ¿Apellido? – pregunta la secretaria mientras recorre una a una sus anotaciones en esa agenda que parece un caos, pero que para ella resulta pan comido.
Goyeski le digo, y busca. Ah...sí.. ¡el difícil!, me dice. Y si, me tiraron con todo el abecedario, le digo.
Saco el carnet de la obra social. Se lo doy. Firma y fecha.
Me siento en una de las sillas esas que están unidas unas a otras. Siempre me pregunté porqué será, si tendrán miedo a que se las roben, o si será para mantener el orden o si será para que nos sintamos todos unidos en este duro oficio de esperar.
Esperar, paciencia, acá somos todos pacientes, no queda otra. Una puerta al lado de la otra, a lo largo de la pared y de un pasillo: consultorios. Detrás de cada puerta, un médico.
De la pared cuelgan cuadros, uno próximo al otro. La mayoría de ellos muestran paisajes de mi ciudad y arriesgo que son de un pintor nicoleño. Más al fondo, colgaron uno que muestra una gran canoa en medio de un lago. Y también hay uno más pequeño, muy conocido y surrealista, que muestra unos relojes derretidos.
Hay un mostrador. Detrás de él se ubica la secretaria, ese ser multifunción con dieciocho brazos que navega entre papeles, atiende el teléfono, media entre los pacientes y el médico, defiende, pelea, saluda, en fin, da la cara, recibiendo golpes de palabras y algún que otro gesto amable cada tanto. También te invita a esperar. Es la recepcionista en este hotel reparador de la salud.
Allí, detrás de ella, en la pared, hay un gran reloj haciendo lo que mejor le sale: marcar horas, minutos y segundos. Yo lo miro, cada tanto, para masoquearme y comprobar que ya son casi las 20 hs y los turnos nunca se cumplen.
Por suerte hoy no está presente esa raza entrometida que viene a vender remedios, llamados visitadores médicos. Sé que es su trabajo, pero, porque no vienen en otro momento...¿no?
Gente que llega, gente que se va. Turnos.
Mi médico (que en realidad es el de todos, pero no sé porque uno dice Mi) está en el consultorio 8. Los pacientes esperan. Un hombre lee una revista. Una mujer de unos 30 y pico abre su celular con tapita, contesta mensajes, lo cierra, recibe mensaje, abre el cel, lee, cierra nuevamente. Luego una llamada. Atiende. Habla. Mientras tanto las puertas se abren y los doctores van tirando apellidos uno a uno, turno a turno.
Hay un movimiento continuo como en todo lugar de paso. Desde acá sentado, parece una obra de teatro donde alguien entra en escena y sale rápidamente. Y la gran protagonista, la figura inamovible, estelar, es la secretaria. No es por desprestigiar a los profesionales de la medicina, pero en esta obra que estoy viendo, los médicos están detrás de escena, detrás de las puertas, recibiendo a esas personas llamadas pacientes que esperan impacientes.
Los encuentros casuales también suceden en la sala de espera. Hola Sandra ¿Cómo estás? ¡Tanto tiempo che! ¿Qué contás? El teléfono suena y suena y se ha transformado en una música de fondo incesante.
Instituto.... dice la secretaria al teléfono y con esa palabra evita decir, Hola, muy buenas, diga, se ha comunicado con el instituto tal ¿qué desea?
Cuando apenas me había sentado en la silla, antes de ver todo esto, un amigo me mandó un mensaje que decía: “escribí para el blog sobre la sala de espera, porfa”. Y ahí nomás agarré el celular y por primera vez me puse a escribir en él, a tomar notas, de lo que luego sería un texto, al que llamaría, LA SALA DE ESPERA.
La vida es así, una gran sala de espera. Uno se la pasa esperando: esperar la felicidad, esperar para cumplir los sueños, esperar para alcanzar las metas y mientras tanto vivir, lograr que te den un turno, esperar a que alguien nos atienda, esperar sentados o a veces parados a que se abra una puerta y que alguien nos diga: Contame.. ¿qué anda pasando?
¿No soñás con ese teléfono? - le había preguntado a la secretaria mientras le firmaba el bono. Quise ser original, como para no repetir el tan gastado, ¡qué frío!. El clima es la vedette de los temas en los lugares de paso. También el país. Por estos días, el tema del gobierno vs. campo, las retenciones K, la novela política del momento, con Cristina y Néstor K, De Angelis y la Federación Agraria como los protagonistas.
Y también la otra novela, la del espectáculo, la que crea Jorgito y los intrusos profesionales de siempre. La del momento se trata de un hombre con sobrepeso y su ex, una que baila en un programa, una rubia platinada, una más entre tantas que andan en la tevé y ya me las confundo a todas ¿A ninguna se le ocurrió teñirse de morocho? Son tan lindas las morochas argentinas. O por ahí regalan esa tintura en alguna esquina y yo no me enteré. En fin, me volé. La sala de espera también sirve para volar.
Y no es que yo le dé fin al vuelo mental. Pasó que la puerta se abrió, el Dr. cantó mi apellido y con eso volví a la realidad. Y antes del Hola Dr, y todo eso que vendrá, aprieto la función “Memorizar” de mi celular. No vaya a ser que todo esto se me borre y no lo pueda pasar al blog. Me pongo de pie y paso a la otra obra: el consultorio. En esta, tengo un papel importante.

16 de mayo de 2008

HACER EL BIEN HACE BIEN

El día transcurría como siempre, como quien diría, normal, sin sorpresas ni sobresaltos. Transcurría, dije y no utilicé el pasado, trancurrió. Porque tuve un llamado telefónico a eso de las 18.30, que me invitaba a visitar a una persona, que está en cama desde hace tres meses por un problema de salud.

Dije que sí. No dudé pero si pensé: voy a llegar más tarde al gimnasio o prefiero tomar mates en mi casa y mirar tele. Pero salí. Caminé unas cuadras hasta la casa, toqué el timbre, saludé, charlamos. En fin: una visita a alguien que está enfermo, postrado en una cama, con un problema de salud o como prefieran llamarle.

Charlamos un poco de todo. Cuando me despedí, le dije, Que te mejores, fuerza, a lo que me contestó, Muchas gracias, Ahora, con tu visita, seguro me voy a sentir mejor.

Me fui pensando en esa respuesta y me sentí ¡tan bien! ¡Con qué poco, podemos hacer mucho! Por los demás y también por mí. Me tomó uno cuarenta minutos, esto, que fue lo más lindo de mi día.

Los seres humanos somos muy entrenados en el deporte de hacer el mal pero ¡qué poco tiempo le dedicamos a hacer el bien! ¿no? ... y es ¡tan simple! Ponernos un poquito en el lugar del otro, dejar de mirarnos el ombligo por un rato y saber que hay alguien ahí afuera, esperándonos.

"No tengo tiempo": es sólo una excusa, barata. La realidad es que no nos hacemos el tiempo para dedicarnos a lo que nos hace bien. Nuestros sentimientos se van quedando adormecidos para dar paso sólo a nuestros intereses individuales. Buscamos lo que nos arroje un resultado, todo aquello que tenga un fin y si es material mejor, porque así sólo vale la pena. ¡Qué pena me da esto!

No hace falta ser un santo y ni siquiera la mejor persona para hacer el bien. Es fácil, sencillo. Vos podés, yo puedo, TODOS podemos. Y hace bien.

Hacer el bien hace bien. Yo lo recomiendo. ¡Llame ya!

12 de mayo de 2008

FERIA DEL LIBRO 2008 BS AS

Y llegué a la Feria, la Internacional, la de Buenos Aires. Me tomé el subte en Diagonal Norte, combinación D. Me bajé en Plaza Italia. Salí del mundo subterráneo y ahí estaba el cielo, las calles, la Plaza. Me detengo en logo de la Feria: lleva la cara de una mujer leyendo un libro y a su vez el rostro mira a través de él. Y pienso qué cierto es eso. Cuando leo un libro comienzo a mirar todo a través de él. Y ya no soy el mismo. Me miro a mí mismo, miro mi mundo, a los que me rodean. Voy redescubriendo el mundo a medida que voy recorriendo las páginas.

La Feria está buena. Está todo en un solo lugar. Y si bien se está poniendo cada vez más marketinera y concurrida la cosa, no deja de darme placer eso de que le dediquen unos días y tantos stands para promover el libro. Mucho best- seller y famosos de tele que ahora escriben, pero eso no importa. Si uno busca y quiere ir más allá, algo va encontrar. El boca en boca sigue vivo y hay mucho por leer más allá de los más vendidos.

Pasé por el stand donde están mis dos libros. Es la primera vez que los veo juntos a los dos. El más nuevo salió en noviembre pasado y anda contento con eso de ser novedad. Pero el primero se le ríe porque ya hace tres años que anda haciendo de las suyas y se cree con más experiencia.
Me paré en un esquina del stand, para poder observar un poco. Y fue algo espectacular, como un sueño, ver entrar a las personas, tomar mis libros, leer las contratapas, hojearlos. Ahí sentí esa felicidad o plenitud por la tarea realizada. Por ustedes, los lectores, sino ¿por quién hago todo esto? Bueh, también lo hago por mí, porque me gusta escribir.

Un señor le muestra mi libro a su señora. Se miran y eligen el otro, el segundo. Y así, a lo lejos sonrío y veo como en sus manos, entre dos tapas, y unas páginas se llevan tanto de mí, tantas horas, tantas ideas, tanta magia, tantas palabras unidas para hacerlos volar a través de oraciones, que forman párrafos y de párrafos que forman cuentos.
Con esto me alcanza, me puedo morir tranquilo, pienso. Pero es temprano aún para eso. Aún me falta recorrer, buscar, a ver qué libro me llevo. Doy media vuelta y me pierdo entre los stands, los libros y la gente.

9 de mayo de 2008

BUENOS AIRES (desde el Cyber)

Salir de San Nicolás. Terminal de omnibús, 7.55 am. Una mañana fresca de un día que promete. En realidad me prometí que este día sería bueno, porque el día en sí, por sí sólo, no promete nada. El día es día.
Escribo desde un cyber, en la Calle Corrientes y 9 de julio. Esquina tradicional porteña. Siempre escribo desde casa y esto es una experiencia nueva. Al lado a un pibe que se ríe solo, y contesta mensajitos y lee los mails. Y me pregunta si entiendo algo de internet porque no caza una.
Atrás mío hay cabinas, muchas, 24, para hablar por teléfono. Adelante hay un kiosco... esto es un locutorio argentino. De todo un poco.
Afuera está el Obelisco. Recién lo saludé, pero ni se movió. El anda ahí parado, hace tantos años, indiferente y agrandado, porque es famoso y le sacan fotos. A mí me emociona verlo, es un símbolo de que estoy en Buenos Aires. Y lo mejor de todo, estoy solo, y camino y hago lo que quiero. Esa libertad de hacer camino al andar, sin que nadie me marque la ruta.
Bajé en Retiro. Mundos, mundos y más mundos en una ciudad. Cada persona es un mundo, sí, pero Buenos aires bate records de mundos en un instante. Es como el cambiar de imágenes en un video clip. Pero todo es gente, gente y más gente. Cómo un mar o un río.
Caminé por Florida. Cruzar cada esquina, es, como meterme en una procesión. Parece como si terminara el mundo y de repente alguien gritó: acá, acá está la salida. Y así todos para un lado, van, van. Es como una ráfaga de gente y en la que te metés y es difícil marcar el propio ritmo. Yo voy como más lento que el resto. Y sí, estás de paseo, así cualquiera.
Rostros, diversos, miradas de luz, de oscuridad, y tristezas que se notan y mucho. Apuros, mucho apuro. Hay que llegar, hay que comer, hay que laburar.
Vendedores ambulantes: el limpia pelusas, llegó el limpiapelusas. Artistas. Mendigos. Un tipo de la Puna tocando con su quena, covers de temas musicales famosos. Gente, la local, la que va y viene más apurada que todos. Y también están los otros, los turistas. Los extranjeros, cuando hablan, le aportan esa música, en italiano, en brasilero, en inglés... .
En Florida lo vi al Chavo (el del ocho). Andaba, haciendo el gesto de ESO ESO ESO y pataleando cada tanto. Pero lo hacía cada vez que alguien le ponía una moneda. Estatua viviente, el Chavo. Qué maestro el pibe ese que tiene ganas de regalar su arte vestido del Chavo.
Me metí en un par de palacios del consumo, también llamado shoppings. Pero no quiero comprar nada, sólo quiero caminar. Caminar porque sí. Está bueno no tener razones cada tanto. PORQUE SI. PORQUE SI. Como cuando era chico.
Me metí en varias librerías. No sé si es porque me gustan los libros, pero para mí eran un oasis de paz entre el movimiento urbano. Como meterme en una iglesia, sí, Santuarios de la Lectura.. Tapas y más tapas que me miran. Los más vendidos andan allá en la vidriera haciéndose los lindos y otros esperan en los estantes.
Ahora hay café en todas las librerías: cuando era chico no era así. Y está bueno: leyendo se alimenta una parte, la intelectual y así movemos un poco el cerebro, que en esta era de bailando por el rating, lo tenemos bastante dormido. Y el café alimenta el cuerpo.. para que no se queje de que no le damos nada.
Bueno, me voy, a seguir. A las 14 hs abre la Feria del Libro. Voy seguir navegando entre tapas, entre gente, entre stands, pero rodeado de libros que es lo que más me gusta. Iré a visitar a mis dos hijos libros. El día que nacieron, al toque, empezaron a caminar sólos, y cada tanto quiero saber como andan.
Y al salir seguramente confirmaré que el Obelisco sigue ahí.

29 de abril de 2008

FIN DE LA NOCHE

Seis y media nos vamos, afuera está terrible, no se ve nada. Nos vamos antes, así buscamos remis, me dijo.
Era cierto, afuera, no se veía un pomo y no se sabía si era humo o niebla. Una locura, una ficción, pensé. Si de chico alguien me hubiera contado que viviría con humo por las calles de mi ciudad me hubiera reído a carcajadas o maravillado con semejante ocurrencia.
El anuncio “seis y media nos vamos”, me bajó a la realidad. Me marcó una hora en esa especie de noche eterna que decido vivir a veces: eterna en el sentido de no querer pensar en el final.
Hace años que dejé de llevar reloj los sábados a la noche: tal vez porque no quiero que algo me marque las horas en esos instantes, tan libremente únicos y únicamente libres. O quizá porque me da más libertad andar sin reloj, o quizá porque el celular también marca la hora y de última, también sirve para eso.
Miré alrededor. Los cuerpos se movían sin parar al ritmo de la música electrónica, acompañando con las cabezas, con las manos, con los pies, con movimientos repetidos, un tanto rígidos y robóticos, pero intensos, sentidos, que nacen desde adentro del... ¿alma?.
Entonces... si nos vamos en un rato... me voy a dar una última vuelta por la pista de abajo, -les dije- y me fui a la pista en la que pasan de todo (musicalmente hablando, porque en el boliche -seamos sinceros- pasa de todo en todos lados).
Atravesé la puerta de vidrio de la pista electro y bajé las escaleras. ...Cómo suena... escuchá... escuchá..Tunch Tunch Tunch Tunch, o Punchi Punchi Punchi, la verdad no sé cómo transmitir en palabras (sepan disculpar), el sonido de la música electrónica que a esa hora está que explota.
Voy bajando las escaleras metálicas y la música de la pista de abajo va llegando a mis oídos y se va mezclando con la electrónica que dejé atrás. Experimento esos segundos en que no sé qué bien que escucho, hasta que llego a la pista y el cuerpo y los oídos se aclimatan al cambio.
Finalmente abajo, pido algo para tomar y me dedico a mirar desde la barra, tranquilo. Basta de dar vueltas, ya bailé mucho, ya charlé mucho, ya saludé mucho, ya estuve con ella, todo tiene un sabor a perfección.
Ahí estaba, vaso en mano, disfrutando un instante para mí sólo, pero a la vez rodeado de gente que baila, de parejas que se van formando, de otras ya formadas que se van, de solos y solas que se van retirando porque la noche está terminada, y yo.. 6.30... mmm ni loco me voy, me quedo, alguien voy a encontrar, y si no, la aventura de navegar solo a esas horas por el mar de gente.
Me colgué un rato que pareció largo, ahí en la barra, y mientras observaba, pasaron mis amigos, los que se iban 6.30. Los seguí hasta el guardarropa pero no muy convencido con irme: me voy, me quedo, me voy, me quedo. Yo me quedo, largué finalmente. A lo que recibí un Ok,¡nos vemos!, acompañado de un gesto de saludo y despedida.
Empecé a caminar solo, y disfruté eso de andar por ahí unos segundos hasta que me llegó un mensaje nuevo: Estoy abajo cerca del DJ.
Lo que siguió fue que de ser uno pasamos a ser tres, tres en la pista. Miro para allá y por esas cosas de la vida, había tres, tres minas, tres amigas. Somos tres son tres, la cuenta daba redonda.
Una no paraba de flashear, sacando fotos con su cámara digital. Se decían cosas al oído, se reían, hacían poses de divas, jugaban a hacer gestos con sus caras. A una la conozco de antes, de un campamento, un verano... allá lejos.
De ahí fuimos a parar al bafle. Alguien tiró la idea y a mi me costó mucho decidirme: unos cinco segundos más o menos.
Aclaro que el bafle, para los que ya andan pensando cualquier cosa, es amplio y con escaleras al costado; es una especie de escenario con sillones, así que nada de imaginar que éramos seis en un bafle chico, haciendo papelones. (Bueh... tal vez si hacíamos papelones, pero que nos divertimos, nos divertimos).

La noche aún no terminaba. O sí. Depende de como se la mire. Afuera ya había amanecido hace rato: para el diariero que andaba por la calle, era la mañana, para la señora que salió a barrer la vereda, también; para aquella persona que va a trabajar a esas horas, también. Pero para mí no.
Mi mañana será cuando me levante mañana, mejor dicho hoy. Y la noche terminará cuando llegue a mi casa, muerto de tanto baile, tome un poco de agua, me saque la ropa, me meta en la cama y cierre los ojos.
A dormir. aaal fiiin laaaa caaaama. Imágenes mentales con lo mejor de la noche vivida. Un silbido en los oídos. Pedazos de temas musicales que suenan en la cabeza. La cara de alguna chica que vi y me gustó. Cansancio en el cuerpo. Síntomas post- boliche.
La noche vino a despedirse y me dijo: Esto es todo amigo. Y acto seguido, me entregué al país de los sueños, donde también, pasa de todo. Martín is off-line. Fin de la noche.

24 de abril de 2008

MUNDO BAR – MUNDO PISTA

Noche de sábado en San Nicolás. El humo era el tema de la semana y no precisamente el del cigarrillo. Humo por doquier, humo molesto, de unos campos que se queman por acá cerca. Tal vez sirva no pensar tanto, distraernos con otra cosa y pilotearla hasta que vuelva el aire limpio. O si no queda quejarnos, rezongar, putear o masoquearnos mirando por TV, como el humo va y viene, pero no se va.

El bar designado para la previa queda en Nación y Maipú. No sé quien eligió, porque nunca se sabe quien termina decidiendo sobre los destinos, en esa cadena de SMS que se inicia con un Q hacemos esta noch? o Vamos a... t sumás? o un corto y breve, salís?.

Llegué una hora más tarde. “Tenemos dos coches disponibles, ya va para allá” me habían dicho, y hasta que llegó el remis tuve que esperar como unos 4O minutitos. Pero no me importa nada: hoy es sábado a la noche.

Cuando llegué, el mundo de la mesa ya estaba armado. Siete, conmigo. Hubo que agrandar el mundo para que yo pudiera entrar, así que arrimamos una mesa más.

Pasó la previa, así de rápido como tardaron en agotarse el gancia, la cerveza, la sprite y los queridos y ya conocidos Sanmartines con maní y soda. La chica del anillo copado y remera con letras raras (árabes creo) no tomó nada. Andaba desconcentrada y le dije que tenía cara de mal de amores.

En fin alguien tenía que desarmar el mundo para armar el que venía y dijo: che, ¿vamos?, una especie de pregunta que en realidad es una orden y alguien tiene que hacerla porque si bien el boliche nos espera, también es cierto que arranca igual sin nosotros.

Sí, sí dale, contesta alguien y al instante comenzamos a pararnos uno a uno, enfilando hacia la puerta, para dejar atrás la mesa-mundo del Bar del Teatro, que César, el mozo- el “traedor de Sanmartines con maní” como lo bauticé-, dejará limpita para el nuevo aterrizaje de visitantes.

Esta vez no vamos en remis hasta el boliche. P. nos lleva... ¡qué grande P.!. Hay que tener aguante, -pienso- llevarnos hasta ELEVEN (el boliche), dejarnos en la puerta e irse a dormir. Yo no podría - pienso. P. vendría a ser una especie de San Pedro con las llaves del reino, pero en este caso en lugar de las llaves, tiene la camioneta, que nos lleva al reino de la música, la gente, los tragos, las luces y la diversión.

En la puerta del Bar uno se despide y quedamos seis. Nos dividimos en dos mundos: los que vamos atrás, en la cúpula de la camioneta, y los que van adelante.

Llegar a ELEVEN, bajar de la camioneta, despedir a P., sacar el DNI, pagar 15$ o 10$ depende el sexo que te haya tocado. Macho, dijo la partera, o ¡es una nena! y cuando sea grande va a pagar menos en el boliche.

No podés! Qué garrón! Y ahora?Qué hacemos? No te lo puedo creer!...En el aire aún se sentían los ecos del sábado anterior, donde nos habían cortado las piernas, cortando la música y prendiendo las luces. Policía. Clausura. Chau. Y ahora que hace uno con toda la ilusión que tiene. Era como si te robaran los regalos de tu cumpleaños antes de que los pudieras abrir. Y bueh, no queda otra, llenemos la desazón con algún otro lugar o vayámonos a dormir. Y esperar la otra oportunidad, o sea al sábado próximo, o sea ese que estábamos viviendo.

Ese sábado se disfrutaría doble, porque era el sábado post-clausura. Mejor dicho el sábado que pasó lo disfrutamos doble, porque ya pasó, porque es domingo, cuando escribo esto.

Pasamos por una pista, que es como un quincho. Acá no paramos, dijimos, como si fuéramos en un subte, esperando nuestra estación. Subimos una escalera, pasamos por un balcón. Desde ahí arriba un hermoso paisaje de humo y una luna que se asomaba burlona, porque claro a ella no le importaba el humo y seguía brillando. Y la verdad a mi tampoco, a nosotros tampoco, porque es o era Sábado a la Noche (así con mayúscula).

Acá bajamos. Estación THE CUBE o EL CUBO, para los que no saben inglés. Queda arriba, allá, una pista con paredes de vidrio que vibran y se la bancan toda la noche. Música electrónica. Si te gusta, sabés de que te hablo.

Armamos la ronda, copar la pista, mover los cuerpos libremente, bailar, cada uno con su toque personal, con su estilo, con sus ganas, con su energía. Cuando llegamos al Cubo muchos ya estaban poseídos por la música.

Cambiadas las consumiciones, tragos en mano, ahora solo resta dejarse llevar, porque ya aterrizamos en este nuevo mundo que es la pista de baile. Dejarnos llevar por la música, entregarnos al juego de las miradas, a los saludos, al roce de los cuerpos.
La suerte está echada, las cartas jugadas. Dejemos que las cosas sucedan, que la noche se construya sola, que las historias se tejan y mañana (que es hoy) tal vez la pueda contar.

Es domingo cuando escribo esto. Es domingo cuando mi amigo M. elige una imagen para su fotolog y escribe: Se va el finde, pero otro vendráaaa ¡juazz! ¡Así que mientras tanto sean felices!!

19 de abril de 2008

ESCRITO EN EL SILENCIO

La noche.La casa. El silencio. Yo

A veces malo, a veces bueno. A veces nada, simplemente silencio. Muchas veces lo evito porque no quiero encontrarme, ni escuchar mi voz interior.

Silencio. Tictac del reloj, que me relaja o me tortura.

¡Silencio! ¡Llamate al silencio! ¡Por qué no te callás! ¡Callate la boca!

Silencio, para escuchar algo concreto. Silencio, inadmisible, bache de TV. Silencio paz interior. Silencio noche bajo la luna. Silencio de muerte, fin de las palabras, aliento extinguido.
Silencio de los que callan y otorgan, silencio de los inocentes, ¡si-len-cioooooo! de la maestra de segundo grado. Silencio de hospital, de velorio, de cementerio.

El minuto de silencio, respeto por alguien que se fue. Un minuto de silencio para .... que está muerto! E a E a E a E a E a E a E a ¡EH!, canta la hinchada. Silencio del Mundial que perdimos cuando... ¡estaba para ganarlo!
Silencio de los grandes cuando los chicos hacen preguntas inadecuadas. Silencio de domingo a la mañana. Silencio doloroso, el de la soledad. Silencio del amor perdido.

Necesito silencio... necesito mi espacio... Basta de silencio, me aburre...

Soy yo y el silencio o soy yo en el silencio. Tal vez lo esté rompiendo con estas palabras que escribo. Porque escribir es hablar por escrito.

Las historias, por más que las busque, llegan solas, como el amor. A veces de día, a veces de noche... a veces en silencio.

Fue el silencio el que vino y me dijo, Escribí esto... Me lo susurró al oído. Y no tuve otra opción, que hacerle caso.

Me trajo recuerdos, historias, músicas, voces... Y así como vino, se fue. Y quedamos, la Noche, La Casa y Yo.

14 de abril de 2008

LA HISTORIA DETRÁS

Hoy es domingo. Mis domingos son tranquis. Miro por la ventana de la habitación donde tengo el escritorio, la biblioteca, la computadora y veo un cielo gris. A esto de ser domingo y estar cansado, se le suma el cielo gris y una temperatura que bajó de golpe, avisando que el verano 08 ya se fue a dormir.

Dormí la siesta. Por la noche de anoche, el cuerpo me pidió siesta. Horas después, me desperté, miré el techo y anduve divagando.

Me pregunté entre otras cosas, en qué he cambiado: – en muchas cosas cambié, en muchas otras sigo igual.

Si hay algo que aprendí, es a dejar de juzgar sin saber . Aprendí a no cerrarme al otro que es diferente a mí, y tratar de comprenderlo antes de prejuzgarlo o tratarlo como si fuera un loco.

Mucho hablar por hablar. En esta ciudad hay mucho de eso. “La gente habla al pedo quieras o no”. “La gente que no tiene nada que hacer, critica”. “Porqué no se miran un poco ellos”. “Somos una ciudad con alma de pueblo”. “Pueblo chico infierno grande”.

En fin, amores y odios despierta San Nicolás. Pero es mi ciudad y a pesar de todo lo malo que tenga la quiero así. Ya no la critico tanto porque empecé a entenderla y tal vez pueda cambiar algo desde mi humilde existencia.

La cosa es que hoy, desde mi cama, mientras miraba el techo, me di cuenta que desde que dejé de prejuzgar me siento mejor y entendí esa frase armada que dice: Cada uno es como es. Yo agregaría: POR ALGO ES COMO ES.

En mi escritorio hay de todo. Entre ese todo se asoma mi segundo libro. Lo miro fijamente y me dice que algo hay en él que tiene que ver con esto que estoy escribiendo en el blog.

Voy hacia él y releo.

LA HISTORIA DETRAS

Me miro al espejo y veo una imagen,
es el reflejo de mi Yo.
¿Puedo juzgar a ese que veo?
¿Puedo juzgarme a mí mismo?
¿Quién soy realmente?
Quisiera poder cumplir con la compleja tarea de definirme.
Poder expresar en palabras, lo que hay detrás de esa máscara llamada rostro.
Detrás de ese rostro que veo, debajo de esa piel, por el torrente de sangre que gota a gota recorre mis venas, allí, en lo profundo, hay una historia.
Hay porqués, hay preguntas respondidas y otras aún sin responder.
Hay miedos y seguridades, alegrías y pesares, tormenta y calma, agobio y esperanza.
Soy cuerpo y alma.
Soy ser y humano
Soy vista y soy tacto
Soy gusto, olfato y oído.
El mundo es aquello que soy, que pienso, que capto.
Soy tu mundo y tú eres mi mundo
¿Qué puedo hallar en lo profundo de ese que está en el espejo?
Ese Yo reflejado tiene algo que contar.
Es un manojo de experiencias vividas, que aguarda otras nuevas por llegar.
Tengo una historia que contar.
Por eso cuando me encuentre contigo,
intentaré entenderte, oír la historia que tienes para mí; TU historia. Trataré de no prejuzgarte, de no hacerte a un lado sólo por tu apariencia
o por tus actitudes.
Te miraré a los ojos, e intentaré descubrir tu esencia.
Juntos responderemos los porqués, cruzando nuestras igualdades y nuestras diferencias.
Intercambiando posturas, modos de ver, valores, miedos, caídas, fortalezas, alegrías.
En este escenario de la vida quiero conocer tu versión, tu realidad,
aquella que te toca vivir hoy y ahora.
Celebraremos el encuentro, si se da.
O de lo contrario dejaré que sigas tu camino, deseándote lo mejor.

En “CUENTOS CON MIRADA JOVEN”, Editorial San Pablo. Martín Gozdziewski (Yo)


En fin, en este domingo, pienso entre otras cosas, que hay cosas más interesantes que perder el tiempo criticando. Cuando quiero juzgar a alguien, pienso antes, que hay una historia detrás.

Sólo se trata de querer comprender.