22 de diciembre de 2011

CREER EN UNO MISMO


Muchos creen en el destino. Otros en diversos dioses. Hasta en magias y brujerías. Y se olvidan de lo más importante:
CREER EN UNO MISMO
Nada está escrito. Nada está hecho.
Nada es imposible, ni siquiera lo imposible.

Todo depende de nuestra voluntad. De esa fuerza que nos sale de adentro.
De decir "sí, puedo" a cada desafío.

Cuando estamos decididos, cuando estamos convencidos,
cuando de verdad queremos algo,
no hay obstáculo capaz de interponerse.

Si queremos, podemos llegar más lejos.
Si queremos, podemos llegar más alto.
Si queremos, podemos hacer lo que sea.

Sólo hay que proponérselo. Es el punto de partida para creer.
CREER DE VERDAD
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Queridos Amigos y Lectores:

Quiero desearles un Feliz Año Nuevo 2012. El texto anterior es de una tarjeta que regalé hace unos años y me gusta mucho.

Muchas alegría para todos y el deseo de un año lleno de oportunidades para cumplir lo que soñamos!!!

11 de diciembre de 2011

Todos mis "Enfoque Joven"

Se está terminando un nuevo año, y quiero compartir con ustedes todos mis textos de la Columna Enfoque Joven, publicadas mensualmente en el periódico Diálogo, de Capital Federal. Desde hace un tiempo cuenta con un Blog, y aquí van todos mis textos del año 2011.

Algunos ya los he compartido directamente en mi Blog.

http://periodicodialogo.blogspot.com/search/label/Enfoque%20Joven

Seguimos siempre en contacto y antes de fin de año irá mi saludo para todos! Como digo en mi última columna, Diciembre, es tiempo de decir Gracias!!!

30 de septiembre de 2011

PENSAMIENTOS EN CAMINATA

Salí a caminar. Recién llego. Me gustan mucho las caminatas porque me sirven para ordenar los pensamientos. El hecho de caminar, trasladarme, observar y a la vez pensar, me resulta y siempre me ha resultado, clarificador. Eso si, si voy solo y en silencio. Porque también están las otras caminatas, lindas tambièn,, pero vividas de otra forma, compartidas, acompañados por la charla.

Caminar solo, es un diálogo con uno mismo, diálogo muy necesario para mí, si me preguntan, aconsejable vivir cada tanto.

Salí a pasear, a hacer ejercicio, a conocer. Escribo desde otra ciudad, desde otro lugar y la caminata si bien fue de paseo, también salí a pensar algún tema, a buscar la inspiración, para compartir con ustedes en forma escrita a través de esta columna en el periódico. Les cuento que siempre se siente un poco raro, escribir en el hoy, en agosto, sabiendo que se publicará y leerá en septiembre.

Es invierno y hace frío, dicen que son los últimos días de frío intenso y pronto llegará, poco a poco, la primavera.

Caminé mucho y el tema no llegó. Tampoco llegó un título fuerte, que me encante y que los pueda motivar a leer mi nota. Y allí, lo que parecía un inconveniente, se tornó una solución: voy a escribir sobre lo que pensé al caminar. Nunca compartí todo lo que me viene a la mente en ese momento tan mío, pero siento que es un buen momento y quiero compartir ciertas cosas. Tal vez ya las hayan sentido o experimentado o tal vez al leerme, puedan o quieran experimentarlas conmigo.

Tal vez sean pensamientos sueltos o tal vez no. Veremos que ocurre al plasmarlos en este texto.

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Al Volver a un lugar en el que ya estuvimos, hace mucho o poco tiempo, se sienten cosas muy especiales. Uno se detiene ante un lugar en el que ya estuvo, y el presente se pone a dialogar intensamente con el pasado. En algunos momentos dialogan tranquilamente, se ríen cómplices y en otros luchan arduamente, como en un partido de fútbol, como en una final de copa mundial. El lugar es el mismo. Yo soy la misma persona, pero ya no soy el mismo. En el tiempo transcurrido sucedieron cosas. Muchas o pocas pero sencillamente sucedió la vida. Yo me detuve frente al mar, que siempre es el mismo, con su oleaje interminable, pero cada ola es diferente, nace, muere en un instante en la orilla y luego otra vuelve a nacer.

Ante el oleaje pensé en el Volver a empezar. Siempre se puede volver a empezar, incluso después de una gran caída. La caída sucede, duele y hay que aceptarla, y depende de nosotros si nos quedamos tirados pensando en la caída, en el porqué o si nos levantamos y empezamos a mirar el futuro, aún desde el suelo o habiendo tocado fondo. Una ola muere, y otra nace detrás, como los minutos, como los instantes de nuestro tiempo, como nuestras esperanzas.

Continué mi camino, pero tuve necesidad de algo nuevo. Sólo resta tomar otro camino – me dije. Y casi al azar, tomé por otra calle, con un poco de incertidumbre, ya alejándome del mar. Había mucho viento y de repente comenzó a llover. Inesperada lluvia, mezclada con un viento que casi me hacen retornar, pero unos minutos después el sol salió para iluminar y pincelar con su luz y un poco de calor la ciudad, los edificios, las calles y todo.

Fue bueno abrir mis ojos ante la novedad. Tantas casas y barrios, paisajes y lugares desconocidos. Lo nuevo alimenta el alma y los sentidos y nos recuerda que siempre hay algo más que vale la pena vivir. Y el corazón latió más fuerte y me dijo que eso estaba bueno.

¡La vida al aire libre!- también pensé. Siempre hay que tratar de volver los sentidos hacia la naturaleza, valorarla. Muchas veces la dejamos solo para nuestros espacios de ocio o desenchufe, pero en realidad somos parte de la naturaleza, fuimos creados juntos, y ella está para despertar nuestros sentidos, para hacernos sentir más humanos. Conectarnos con ella es conectarnos con la Madre Tierra y con el Gran Creador, nuestro Dios. Cuánta maravilla que la rutina se lleva (inventada por nosotros y buena excusa de todos nuestros males) o mejor dicho nosotros dejamos ir.

Seguí caminando y pensé: es muy fácil cambiar el camino aunque sea por unos segundos. No hace falta abandonar la vida que ya llevamos y ser extremistas. Depende de nosotros tomarnos unos minutos y renovarnos un poco para volver con más fuerzas.

En mi camino hoy estuvo el mar golpeando contras las rocas, una maravilla para el alma, pero en la ciudad en la que vivo, hay un río y ese río también tiene su maravilla. A veces necesitamos alejarnos para valorar o darnos cuenta de lo que no vemos diariamente.

La primavera ya está llegando entre tanto frío. Porque no llega de golpe. Los otros días en el jardín de mi casa, vi como algunas plantas ya mostraban sus brotes. Y todo es asì, una lucha eterna. El invierno y su frío y la primavera con sus brotes. Es la vida. La primavera ya está, aunque no la veamos, ya ha comenzado su lucha. Y si lo pienso mejor, esa estación también es un volver a empezar. Nos dice que a pesar del invierno del alma, podemos volver a empezar, a surgir, a brotar.

Y ya no odio el invierno como antes. Ahora entendí que es la estación que nos dispone a la quietud, al encuentro, a la calma, a podar nuestras tristezas, y a preparar el corazón para todo lo que tendrá que volver a brotar.

Nuestras esperanzas, nuestras flores del corazón, nacerán sin duda, porque es inevitable, tan inevitable como que después del invierno llega la primavera. Y llegarán las flores, los colores y las alegrías, en la tierra de nuestro corazón lleno de sentimientos.

Terminó la caminata. Una caminata solitaria, ahora compartida con ustedes. Gracias por caminar conmigo. Hemos llegado. ¡Feliz Primavera del corazón!

Mi Columna "Enfoque Joven". Periódico Diálogo. Septiembre 2011. Nº 203

El cuadro es de Delia Eyras. Pintora Marplatense. www.deliaeyras.com.ar

13 de agosto de 2011

LOS NIÑOS SON EL FUTURO

“Los niños son el futuro”, escuchaba cuando era chico. Lo repetían en la televisión, lo escuchaba decir o lo leía por ahí, a cada rato. Eso me hacía sentir importante. Seres tan pequeños éramos el futuro, y aparentemente, la prioridad número uno. Y éramos tan importantes que teníamos un día especialmente creado para que el mundo, al menos por ese día, girase en torno a nosotros.
Hoy escribo esta nota desde el presente, o mejor dicho desde el futuro de aquel Martín niño. Y siento que esa frase jamás debe ser olvidada o reducida simplemente a un slogan.
Es cierto, los niños y niñas son el futuro, y a esa edad el futuro parece muy lejano. El futuro para mí, era algo que se veía en las películas y llegaría el día en que los autos pudiesen volar o esté lleno de robots o máquinas inteligentes y sofisticadas.
Llega un nuevo día del niño, y pienso en la importancia de crecer bien, y con la mayor felicidad posible. No digo crecer felices, porque es imposible que los niños vivan todo el tiempo ajenos a la realidad y en una burbuja de felicidad plena. Pero si, con la mayor felicidad posible, cuidándolos y preparándolos para el futuro que viene.
Pienso en las huellas que deja nuestra niñez. Son tan importantes que cuando crecemos, para resolver ciertos problemas de la vida, que nos impiden vivir bien, tenemos que mirar hacia nuestra niñez para poder superarlos, porque en ella están muchas de las respuestas a nuestras preguntas del presente.
Las huellas son parte del camino de la vida. Si esas huellas fueron felices, las recordamos con cariño y el sólo recordar nos llena de vida y felicidad. Pero, ¡Cuántas personas tristes o con problemas veo en el hoy! Y como los conocí siendo niños, sé que muchos de ellos fueron niños infelices! Por eso miro con atención hacia los niños y me preocupa el futuro. Porque tengo el resultado a la vista, en este presente que me muestra esos niños ya adultos, que arrastran como una mochila pesada, ya no las huellas, sino las secuelas de muchas cosas feas vividas en la niñez.
Solemos fijar mucho más nuestra atención en la adolescencia, por todos los cambios que trae, y le echamos la culpa sólo a esa etapa, a la juventud perdida, olvidando la niñez, que es el origen de lo que somos. Edad sin filtros, en la que todo lo que nos llega, nos llega, sin darnos la posibilidad de elegir, de diferenciar lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto. Porque para eso estamos los jóvenes y los adultos: para guiarlos.
¿Qué niños tenemos en nuestra sociedad, hoy? ¿Qué adulto o joven tendremos o queremos tener en el futuro? Y para no generalizar y escudarnos detrás de un gran sustantivo que es la niñez: ¿Qué hijos, qué hermanos, qué sobrinos, qué nietos, hay en nuestra realidad cercana? ¿Cómo son? ¿Cómo piensan? ¿Son felices?
Con niños felices, el futuro no puede fallar, porque ellos son la semilla del mañana. Un mañana que comienza a crecer, ¡ya!.
Que el día del niño, no sea sólo ir a comprar un regalo y cumplir. Eso es importante pero los hará felices por un ratito. Aprovechemos este día para pensar en nuestros niños, todos, en los que no tienen, para que puedan ser felices y crecer bien y en los que lo tienen todo también. Porque todos los niños son nuestro futuro y todos necesitan algo para ser felices. Y mientras nos encargamos de ellos, nosotros hagamos las cosas bien, para que cuando germinen en el mañana, quieran ser parte del mundo que les toca y no querer huir hacia otro planeta, asustados, por el mundo que les hemos dejado en herencia.



Mi Columna "Enfoque Joven". Periódico Diálogo. Agosto 2011. Nº 202

7 de junio de 2011

QUE NO NOS ROBEN LA ILUSIÓN

Hace unos años, cuando publiqué mi primer libro, un periodista me hizo una nota para la televisión. Salió al aire dentro del programa, como la nota positiva de la semana. En ella, con toda la alegría del mundo, conté lo que sentía al cumplir un gran sueño. Al finalizar la nota, el programa volvió al piso, y el conductor del programa comentó: - Muy buena la nota .... a los 22 años... todavía se tiene la sonrisa intacta.
En ese momento no entendí bien, y me quedé pensando en qué cosas podrían borrarme la sonrisa en el futuro. Algo me quedó claro: crecer no era nada fácil y la sonrisa, parecía, era más difícil de mantener con el paso de los años.
Por estos días, esa frase del periodista volvió a mi mente. Lo inesperado - sobre todo si son malas experiencias- duele. Para consolarnos decimos que “son necesarias para crecer”, y de algún modo eso es cierto porque de todo aprendemos. Pero esas pruebas, esas cosas inevitables y que nos sirven para crecer, muchas veces, nos van frustrando, nos quitan las ganas y van matando poco a poco las ilusiones.
Nada es fácil, y parece que está confirmado que a medida que se crece la cosa se pone más difícil. Como dice un amigo en chiste, será que de tanto madurar la cosa se pone podrida. Pero la culpa no es del mundo en que vivimos, sino de las personas. Y no de todas sino de algunas pocas. Sólo que esas pocas parecen destruir mucho más que las millones que están dispuestas a construir y transformar el mundo para mejor. Es cierto que no se puede vivir sólo de la ilusión, pero las ilusiones tienen un gran poder transformador, y lamentablemente dejamos que unos pocos lo arruinen todo.
Si hay algo que caracteriza a los niños y a la juventud es la ilusión, y está más que afirmado por todos los adultos que la vida te va quitando los sueños, las ilusiones, las ganas - a veces desmedidas- y las esperanzas. Si algo que noto hoy, es cierta desilusión generalizada, como si ya nada pudiese cambiar. Y si hay adultos sin ilusión, hay chicos sin ilusiones. Lo peor que nos puede pasar es resignarnos. Sé que las pocas luces dispersas que siguen intentando, se irán uniendo y cambiarán el mundo, porque no hay otra manera de vivir y ser felices que teniendo ilusión de vivir.
Vengo remando varias desilusiones en el último tiempo y aceptándolas como parte del crecer. Nunca antes había escrito sobre la desilusión y he llegado a la conclusión de que no es el tiempo quien nos arrebata las ilusiones y las ganas, sino que ciertas personas con sus actitudes se encargan de eso. Decir “la gente” o “el mundo” me desilusionan, es algo injusto. “La vida es hermosa, lástima uno” – comenzaba diciendo un locutor de radio famoso hace unos años.
A todos los jóvenes, a todos aquellos que lean esta columna, les pido: que no nos roben la ilusión, por favor, no dejemos que eso pase. Que no agoten nuestras ganas de hacer el bien, de transformar. Sigamos adelante aunque por momentos parecen detenernos.
Es mucho más fácil hacer el mal que el bien. Navegar por las aguas del bien parece imposible, arduo, y hasta resulta tentador ver como los demás, los de las otras aguas, parecen lograrlo todo más rápido y sencillo. ¡Se encuentran tantos obstáculos cuando se quiere transformar para bien!.
Unos días antes de escribir esto, alguien me dio un consejo: no hay que desilusionarse del amor sino de las personas. Y en base a esa acertada afirmación digo que no hay que desilusionarse del mundo sino de las personas. Generalizar, repito, me resulta injusto.
En fin. Algo de razón tenía aquel periodista. Pero no hay que darse por vencido. Si nos hacen caer, volveremos a levantarnos. ¡Que no nos roben la ilusión! ¡Que no nos borren la sonrisa! Que unos pocos no logren matar nuestra vocación, nuestros sueños, nuestras ilusiones, nuestra ganas de hacer. Seguramente ellos alguna vez supieron tener ilusiones y sueños, pero los han olvidado, o tal vez, alguien les hizo lo mismo y por eso se dedican a matar a aquellos que aún los mantienen vivos y los defienden con alegría.
No hay que cansarse, hay que seguir adelante, buscar las fuerzas y pensar que unos pocos no van a detenernos. No valen la pena. Voy a seguir sonriendo y no van a matarme la ilusión de que haciendo las cosas bien, es posible cambiar el mundo.


MI COLUMNA "ENFOQUE JOVEN". PERIÓDICO DIÁLOGO. Nº199. Mayo 2011. AÑO XVIII.

19 de mayo de 2011

3 AÑOS DEL BLOG. :) (balance escrito)

Acabo de darme cuenta de que pasó abril y que en ese mes, este Blog cumplió tres años. Y cada vez que pasa un año, de abril a abril, escribo una especie de balance libre con las cosas que suceden, o mejor dicho, las cosas que yo recuerdo como importantes.
La tecnología avanza vertiginosamente y sobre todo Internet, cada vez más, se mete en la vida de todos. Algunas cosas resultan ser booms o modas que pasan, y los Blogs son parte de eso. Yo lo sigo utilizando como lo que es, un espacio para compartir lo que escribo.
Mi relación con la escritura sigue intacta. Aunque trabaje mucho en otras cosas, aunque el tiempo pase, mis ganas de contar no cesan, están vivas, aunque a veces por falta de tiempo, cueste sentarme a escribir. Pero sé que todo lo que pienso, de alguna forma u otra llegará a plasmarse. Porque estoy seguro de algo: puedo dejar de hacer cualquier cosa, menos escribir. Por eso este Blog se llama, desde hace 3 años, Martín Libre: escribir, expresarme libremente a través de las palabras y crecer escribiendo.
Pasó un año más. En un año suceden muchas cosas y no quiero hacer un repaso de noticias, aunque sin duda los hechos que suceden y nos enteramos a través de los medios, nos marcan la vida y también son parte de nuestros recuerdos. A su vez este Blog es personal, entonces podría contarles un poco, lo más importante que he vivido en un año.
- Me sumé a Facebook. Sí, ya sé. En el balance del año anterior, dije que nunca me haría una cuenta en esta red social tan usada y tan nombrada. No hay un día que pase sin nombrarse algo referente a Facebook o al “caralibro”. No podía criticar algo sin formar parte. Entonces me sumé. Es una herramienta poderosa para compartir, es un buscador inteligente de personas. También una forma de vigilar al otro, de chusmear. Es una red social, una plataforma en la que muchos vuelcan su vida para que otros la vean. Al poco tiempo de sumarme, además de recibir solicitudes de amistad de gente que ya había olvidado o dejado atrás en el camino de la vida, recibí una invitación para presentarme con mis libros en un colegio. La madre de un contacto, era bibliotecaria en un pueblo de Santa Fe. Tengo que reconocer también, que recibí más mensajes de los lectores a través del facebook que del e mail. Y esa parte comenzó a gustarme mucho. Incluso este Blog creció gracias a Facebook, porque desde el muro, pude avisar a todos sobre cada nuevo texto subido.
- Continúo escribiendo para Diálogo. Es un periódico mensual de Capital Federal, en el cual puedo expresarme. Mi columna, “Enfoque Joven”, la comparto cada mes en el Blog.
- El 30 de abril falleció Ernesto Sábato... ya me estoy entrenando en esto de que se vayan los más grandes de nuestra cultura. Han sido muchos los que se fueron en los últimos años. De Ernesto, tengo releído varias veces “Querido y remoto muchacho”, un librito (que es un fragmento de su novela “Abaddón el exterminador”) en el cual se dirige a los jóvenes escritores. También se fue María Elena Walsh, (10 de enero de 2011) y la tortuga Manuelita de Pehuajó, lloró un poquito, hasta que se dio cuenta de que cuando uno muere vive para siempre, porque el buen arte es eterno y perdura. De Ernesto estoy leyendo desde hace mucho y lentamente, “El Escritor y sus fantasmas”. Ahora seguramente vendrá ese interés estúpido que despierta la muerte y Ernesto estará liderando las ventas. Tal como sucedió con Fontanarrosa. ¡Qué rara es la gente dirá un amigo mío! El 18 de junio de 2010 falleció Saramago. De él leí “El evangelio según Jesucristo” y "Las Intermitencias de la muerte”.
- Tuvimos grandes catástrofes mundiales. A veces la catástrofe es porque ocurre como tal y otras veces es construida por los canales de noticias. El terremoto en Japón fue importante y dio que hablar con sus riesgos de derrame nuclear y con los japoneses que al principio parecían no llorar. El día de mi cumple estuvo marcado por el rescate de los 33 mineros chilenos. En octubre fue el censo, porque cada diez años tenemos que contar cuántos argentinos somos y algunas cosas más. Participé como censista y viví una experiencia inolvidable, descubriendo que es verdad eso de que cada casa es un mundo. Ese mismo día me enteré en la calle, de la muerte de Néstor Kirchner. Algún día tengo que escribir sobre esto.
- Sigo con mi Tesina y espero que el año que viene, al cumplir 4 años del Blog ser un Licenciado en Comunicación Social. No me desvela, porque no seré ni mejor ni peor persona con un título. Pero como ese título representa horas de sacrificio y esfuerzo, y tantos viajes a Rosario en Tirsa (el que viajó en esta empresa sabe de lo que hablo) bien quiero llegar a obtenerlo.
- Mi proyecto personal con amigos, LAGUIASN.COM.AR va creciendo y voy logrando la meta tan deseada de transformar un poco a mi querida ciudad de San Nicolás.
- Un poco de todo: el verano 2011, estuvo marcado por el Gran Hermano. (¿Es algo así como una cárcel voluntaria, filmada y con todos los servicios? – preguntó mi viejo que nunca antes le había prestado atención. Hace poco, Obama anunció que mataron a Osama Bin Laden. Mientras escribo esto el 2011, es año de elecciones. Y ya estamos plagados de slogans vacíos y cara de candidato por doquier. ¡Todo sea por la democracia! Cristina Fernández, está como candidata a la reelección, pero no lo dice. Y la oposición o mejor dicho las alternativas al oficialismo, están ausentes. O están, pero no entiendo nada, hay más confusión que en la casa de Gran Hermano y más lío – no quiero decir quilombo – que en el Bailando por el sueño del rating. Pero de acá octubre todo puede cambiar, porque todo cambia en la vida, y en Argentina, mucho más.


Gracias por estar ahí, del otro lado. ¡Martín Libre seguirá compartiendo escritos!

22 de abril de 2011

SIN CELULAR

Cuántas veces escuché, “si pierdo el celular pierdo todo” y varios que afirman, ”me siento vacío sin el celular”. Esos dichos me han parecido siempre, muy exagerados. Es algo obvio que el celular ocupa un lugar de importancia y se ha instalado completamente en nuestras vidas, al extremo de que ya no podemos pensarnos sin él. Invento revolucionario e indiscutible. O tal vez, sí. Podríamos discutir el uso que le damos.
Nunca había experimentado el estar sin celular. Y de repente, me lo robaron. Tenía la costumbre - rara según mis amigos- de apagarlo por las noches para que no interfiriera en mi sueño. ¿Y si pasa algo urgente? – me decían. Si es tan urgente me llamarán al fijo – contestaba. Era yo quien decidía estar tranquilo y no permitía que un aparato interrumpa mi descanso.
Estuve sin celular una semana hasta que lo reemplacé por otro. El tipo de teléfono móvil que tenía, ya me planteaba como un ser diferente, extraño, antiguo y casi extraterrestre. Lo había comprado en el 2005 y duró ¡seis años! Sí... sí... ¡con el mismo celular! Las exclamaciones de distintas personas al verlo, me hicieron sentir, durante este tiempo, en el héroe de una gran hazaña. Con el correr del tiempo, pasé de sentirme desubicado a portador de un objeto, reliquia de museo. Y claro, en esta era de avances vertiginosos, el muy pobre, tenía pantalla monocromática color naranja y sonaba con tonos monofónicos. No sacaba fotos ni tenía MP3.
Luego de saber que me encontraba bien por el robo, comenzaron los chistes: ¡Por fin! ¡Lo vas a cambiar! ¡Te hicieron una favor! Y etc. Me causaron mucha risa y yo mismo, en broma, dije que lo iba a extrañar luego de seis años de fidelidad. Me da un poco de temor esto: las cosas ya no duran lo mismo que antes. Las cosas se terminan rápido o se cambian fácilmente. Tener algo que perdure, es casi una excepción. Durar mucho tiempo ya no está de moda.
A pesar de que no soy compulsivo a la hora de enviar mensajes de texto, esa semana sin celular me alcanzó para darme cuenta de que enviar mensajes ocupaba buena parte de mi día, sobre todo, contestando a los que me mandaban mensajes, y eligen comunicarse mucho más por esa vía. ¿ Por qué no hablan directamente? – me dijo alguien mayor que no usa celular. Tal vez nos olvidamos que en algunos casos, es mejor hablar en persona, y en otros hablar por teléfono y en otros enviar los mensajes de texto.
El teléfono fue concebido para hablar y creo que ni los inventores de los mensajes de texto esperaban este boom. La tecnología se piensa y se crea para un uso determinado, y luego los usuarios son los que van adoptando su uso. Y, actualmente, el uso excesivo del mensaje, está derivando en que hablar, cueste mucho menos dinero que un simple mensaje.
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Tuve una semana para pensar en lo que ponía en los mensajes de texto y en el uso que les daba. Es cierto, podría haber salido corriendo a reemplazarlo, pero quise aceptar el desafío de vivir sin celular. En algunos casos es un invento importantísimo para estar comunicado. En otros casos lo que enviaba eran cosas triviales, que no aguantaba decir hasta ver a esa persona y creo que el uso de los mensajes se resume en eso: decir ya, no esperar hasta el encuentro en persona. Pero también es, compartir en el momento un estado de ánimo o una idea o algo que nos pasa.
Al principio me preocupé: sin celular me perdería seguramente de mucho. Estaría incomunicado. Durante esa semana, tres personas que querían decirme algo muy importante, me llamaron al teléfono fijo. Y allí me di cuenta de que se podía vivir sin celular y que sin él, me quedaba con lo más importante. No estaba incomunicado., me comunicaba de otra forma.
También pensé en esa época en que dar el número de teléfono fijo era sinónimo de máxima confianza o interés en el otro. El fijo no se lo dábamos a cualquiera el móvil, sí.
En estos años el teléfono móvil se transformó en un “enviador” de mensajes. Algo impensando, hace unos años... ¡Un teléfono que escribe!
A la hora de arreglar un encuentro, el celular nos da libertad: “Nos vemos a tal hora, pero te confirmo con un mensaje”. Sin el celular, tuve que advertirle a mis amigos: “quedemos a una hora, y vayan puntuales, miren que no tengo celular”. Y esa salida fue sin cambios a último momento.
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“No sé lo que quiero pero lo quiero ya”, es el título de la nota en el suplemento Equilibrios del Diario Perfil (13 de Marzo de 2011): “En medio de toda esta vorágine consumista, lo que compramos va quedando obsoleto con el correr de los días. Si antes el valor de un objeto estaba dado por su durabilidad, hoy ya no es así” (...) “Viene a la mente la publicidad de una compañía de celulares en la que instaban al usuario a dejar la práctica de esconder el teléfono viejo que ya le daba vergüenza mostrar para cambiarlo por uno nuevo”. “Si el celular revolucionó las comunicaciones al posibilitar que los usuarios sean encontrados en todo momento y lugar, con el tiempo permitió enviar mensajes de texto, y muy pronto tener la oficina en la palma de la mano fue una realidad tangible”.
Perderlo me hizo dar cuenta la cantidad de mensajes inútiles que envío. Y también las cosas lindas que puedo compartir y que pueden compartir conmigo. Pero de todos modos, ahora sé, aquella persona que quiera compartir algo importante conmigo, sabe que estoy en persona, o de alguna forma y que el mensaje de texto es un simple detalle.
CON CELULAR: comparto cosas en el momento en que las vivo. Es útil para urgencias. Lo usamos para decir ya o escuchar al otro ya. Mis amigos y familiares me cuentan sus cosas. (la lista pueden seguirla Uds.)
SIN CELULAR: Como no puedo enviar un mensaje pienso que cuando vea a tal persona le diré tal cosa. Los que desean cosas importantes y urgentes, me llaman al teléfono fijo. Me sentí libre sin mirar hacia un aparato. Parte de nuestros stress vienen de las interrupciones que dejamos que hagan esos aparatos.
Por último, una defensa al teléfono móvil. La culpa no es del celular, la culpa de todos nuestros males, es nuestra.
Para conectarnos plenamente con nosotros mismos, con Dios y con nuestra vida, no vendría mal un ejercicio de apagar, aunque sea por unos días, el celular. Gran desafío gran. Difícil ayuno ¿no? Un ayuno interesante para esta era tan tecnológica.

MI COLUMNA "ENFOQUE JOVEN". PERIÓDICO DIÁLOGO. Nº198. ABRIL 2011. AÑO XVIII.

20 de marzo de 2011

SER COMO SOMOS Y EL MIEDO A SER DIFERENTES.

Aquí vamos de nuevo. Seguimos escribiendo la historia del libro de nuestras vidas. Y seguimos encontrándonos en este espacio, y esto me pone muy pero muy bien. Contento de estar aquí. Contento de que estés allí.
Durante el verano, estuve mirando hacia atrás, repasando las muchísimas cosas que fui aprendiendo al crecer. Y traté de buscar aquello que fue lo más importante para mí.
¿Qué es lo que más me costó de crecer? - me pregunté. Ser yo mismo, mostrarme tal cual soy – me respondí rápidamente. Eso fue lo más importante que aprendí, uno de los logros más difíciles, pero de lo más importantes para mi felicidad.
Sinceramente, cometí un error. Pensé que ser uno mismo, costaba sólo a los adolescentes, pero con el correr de tiempo me fui dando cuenta que en la medida en que crecemos, y nos transformamos en adultos, cuesta cada vez más ser uno mismo; la esencia o la transparencia, la vamos tapando con máscaras, que nos permiten quedar bien dentro del mundo en que vivimos. Un mundo en el que si sos más parecido a la mayoría, más pasás desapercibido, menos molestás y resulta mucho más cómodo.
Si bien solemos hacer lo que la mayoría hace o compramos la manera de vivir de la mayoría o lo que está de moda, hay voces internas que nos dicen que queremos otra cosa, y depende sólo de nosotros escucharnos o ignorarnos.
Por pertenecer al grupo, por pertenecer a la sociedad, se genera un miedo a pensar distinto, a expresarnos de otra forma, a querer o desear otras cosas. Nos olvidamos que en la diferencia está lo enriquecedor de la vida.
Hay una idea que plantea a nuestra sociedad con miedo a lo diferente, es decir hacia lo externo, diferente a uno. Pero no debemos dejar de pensar que también existe el miedo a nuestros propios pensamientos que nos mostrarían tal cual somos.
Ser como somos tiene sus riesgos y a veces ser completamente sinceros nos trae infelicidad. Pero esa infelicidad no es tan grande como aquella que nos da el no mostrarnos como somos, dejando ocultos lo que nos hace ser nosotros mismos, diferentes a los demás.
No podemos agradarle a todo el mundo y eso es algo que de adolescente se intenta con mayor insistencia. Al ser yo mismo, los que me van a aceptar será porque les agrada eso que soy como persona, aceptando mis defectos por supuesto. Pero gustando también de lo mejor de mí.
El niño irá creciendo, el adolescente crece también, en busca de sí mismo. Pero si lo pienso mejor, todas las personas estamos en búsqueda de nosotros mismos durante toda la vida. Sólo que es más sencillo para todos, pensar que las inseguridades, y el adolecer, es un tema exclusivo de los adolescentes.
Obviamente, soy un soñador: si el mundo estuviese colmado de personas transparentes, que se muestran tal como son y como piensan, seríamos todos mucho más felices.
Somos raros los seres humanos: sabiendo que algo nos trae infelicidad, aún así, continuamos haciéndolo.
No tengamos miedo a diferenciarnos. No tengamos miedo a no gustar de las modas, por simplemente ser actualizados y quedar mejor ante la mirada de los demás. No tengamos miedo a ser como somos. No tengamos miedo. O seremos como pájaros que ocultan sus alas, negando volar nuestro vuelo propio.

MI COLUMNA. ENFOQUE JOVEN. En Periódico Diálogo. Marzo 2011. Nº 197.

30 de enero de 2011

ESPACIOS PARA EL ENCUENTRO.

Quisiera expresar a través de este medio, algunas ideas y sentimientos. Compartirlos para que los movilice a algo, tal vez acordarán o no, pero lo importante es pensar y pensarnos.
Estamos perdiendo muchos espacios que hacían a nuestra identidad como ciudad y nos permitían la posibilidad de encontrarnos. Tengo la esperanza de que todo sea parte de un cambio, una renovación y espero nuevos espacios, que están por venir a enriquecer la ciudad de San Nicolás.
Si miro hacia atrás veo muchas pérdidas importantes; deberíamos haberlas luchado más y no dejar que se apaguen tan fácilmente. Pienso, en la Feria del Libro en la Escuela Normal con todo su esplendor, integrando a la comunidad toda. Pienso, en el ciclo cultural de verano... cuando era chico, no tenía oportunidad de veranear en otra ciudad, y asistía feliz con mi familia y me ha dejado los mejores recuerdos de una Plaza Mitre llena de gente y de alegría.
La identidad en definitiva es eso, lo que cada uno recuerda y lo que vive en el presente.
No debo ser tan pesimista... están las maratones, el intento de la Fiesta del Patí, lo que sucede en la Plaza Sarmiento, la fiesta de las colectividades... pero creo que hace falta más, más espacios para integrarnos, más ganas de hacer. Estamos fragmentados y cada vez más. También hace falta más participación, menos apatía.
La parte religiosa es muy importante, convoca y define desde hace año una parte de la identidad nicoleña, pero no representa a todos... ¿somos una ciudad con río o no? Parece que lo hemos olvidado. ¿Dónde están aquellos que deberían crear espacios para que vivamos lindos momentos en comunidad? El encuentro hace al intercambio, y el intercambio nos hace mejores personas, nos hace crecer. Pero veo muchos vacíos y esos vacíos duelen porque se pagan caro.
“No hay nada en San Nicolás” escucho, y trato de negarlo, de ser positivo... digo que falta informarnos más, interesarnos más. Los medios informan, pero la gente no participa.
Quedaría pensar y plantearnos realmente, si amamos a San Nicolás o es meramente una ciudad de paso o por la cual pasamos sin pena ni gloria mirando hacia afuera.
También podríamos replantearnos esa idea que flota constantemente en el aire, de que todo lo mejor, está afuera. Y me pregunto.....Yo... ¿amo a San Nicolás?

Publicada en el Diario "El Norte". San Nicolás. Domingo 30 de enero. Sección Correo de Lectores.

8 de enero de 2011

COMIENZO DEL AÑO (sensaciones)

El reloj a mi derecha, marca las dos de la madrugada. El calendario me avisa que es 8 de enero. Han pasado las fiestas y la primer semana de este nuevo año que se llama dosmilonce. A esta misma hora, hace una semana, celebrábamos la llegada del nuevo año. Está bueno eso de que todos, todos, estemos al mismo tiempo, celebrando lo mismo, abrazándonos con nuestros seres queridos, y deseando por ahí, feliz año, feliz año. Y qué bueno que la palabra “feliz” sea la más repetida, aunque sea por unos días. Cada uno a su manera, con mayor felicidad o menos, con mayor esperanza o menos, espera el año nuevo. Porque lo nuevo representa una nueva oportunidad, un volver a empezar, un poder renacer, o un tiempo para poder continuar aquello que empezamos con mucha fe.

Ya tenemos la razón más importante para festejar: el año nuevo llegó y estamos vivos. Y de esta manera seguimos escribiendo la historia. Al tiempo lo medimos en años, es de alguna forma, un intento de atraparlo. Al pensar ahora mismo en 2010, para cada uno habrá imágenes diversas proyectadas en la mente, 2010, 2010...cosas inolvidables por hermosas o por terribles, pero que en definitiva nos marcan para siempre.

Los días después de las fiestas son tranquilos. Se nota que nos hemos desacelerado, por suerte y para la buena salud de todos. Transcurren a paso lento, como los camellos que traen a los Reyes Magos de Oriente. Vamos reacomodándonos poco a poco, luego de este lindo paréntesis que tiene final feliz, pero que a algunos los agobia, e increíblemente las felices fiestas los estresan.

La ciudad está calma. Llegaron las vacaciones para muchos y cada uno elige un destino. Me gusta la ciudad así desnuda, calma, con poca gente. Y como todo es compensación en esta vida, para que reine esta calma, otras ciudades estarán repletas de gente, visitadas o invadidas por turistas.

Reina la calma ...¿o será que uno al estar calmo, ve todo más en cámara lenta?. La costanera bordeada por el río, recibe a todos los que quieren hacer una caminata, a los que andan en bici, o a los más entrenados, que andan corriendo por las calles. Otros están pescando a la orilla. Y hay gente sentada a la mesa de los bares.

Es enero. Desarmamos el arbolito. Vamos quitando los adornos, pero lo mejor, lo vivido, lo compartido, los buenos momentos, quedan en el alma para siempre. Mientras guardaba uno a uno, los adornos dorados del árbol de Navidad, pensaba en que cada uno, bien podía representar un buen fruto del año que pasó. Y pensando en eso, fui guardando uno a uno esos logros, esos momentos felices, esos buenos frutos del año que pasó y que viví. Trataré de pensarlo este año, cuando arme nuevamente el árbol, para que cada esferita dorada represente un buen momento o o gente linda que conocí y que hace muy bien.

También trataré de tener bien presente a cada persona que me deseó feliz año, a cada mensaje que dijo “lo mejor para vos”; que ese sea el combustible necesario para todo el año que tengo para vivir. Que se extienda por favor, que se extienda este espíritu de las fiestas. Que cuando sea Marzo y todo esto parezca lejano, tratemos de tenerlo presente. ¡Los buenos deseos son para todo el año!
Las Fiestas pasaron. Es enero y es verano. Mientras escribo el ventilador gira sobre mi cabeza. 2011. Dosmilonce. Seguimos escribiendo la historia.