13 de agosto de 2011

LOS NIÑOS SON EL FUTURO

“Los niños son el futuro”, escuchaba cuando era chico. Lo repetían en la televisión, lo escuchaba decir o lo leía por ahí, a cada rato. Eso me hacía sentir importante. Seres tan pequeños éramos el futuro, y aparentemente, la prioridad número uno. Y éramos tan importantes que teníamos un día especialmente creado para que el mundo, al menos por ese día, girase en torno a nosotros.
Hoy escribo esta nota desde el presente, o mejor dicho desde el futuro de aquel Martín niño. Y siento que esa frase jamás debe ser olvidada o reducida simplemente a un slogan.
Es cierto, los niños y niñas son el futuro, y a esa edad el futuro parece muy lejano. El futuro para mí, era algo que se veía en las películas y llegaría el día en que los autos pudiesen volar o esté lleno de robots o máquinas inteligentes y sofisticadas.
Llega un nuevo día del niño, y pienso en la importancia de crecer bien, y con la mayor felicidad posible. No digo crecer felices, porque es imposible que los niños vivan todo el tiempo ajenos a la realidad y en una burbuja de felicidad plena. Pero si, con la mayor felicidad posible, cuidándolos y preparándolos para el futuro que viene.
Pienso en las huellas que deja nuestra niñez. Son tan importantes que cuando crecemos, para resolver ciertos problemas de la vida, que nos impiden vivir bien, tenemos que mirar hacia nuestra niñez para poder superarlos, porque en ella están muchas de las respuestas a nuestras preguntas del presente.
Las huellas son parte del camino de la vida. Si esas huellas fueron felices, las recordamos con cariño y el sólo recordar nos llena de vida y felicidad. Pero, ¡Cuántas personas tristes o con problemas veo en el hoy! Y como los conocí siendo niños, sé que muchos de ellos fueron niños infelices! Por eso miro con atención hacia los niños y me preocupa el futuro. Porque tengo el resultado a la vista, en este presente que me muestra esos niños ya adultos, que arrastran como una mochila pesada, ya no las huellas, sino las secuelas de muchas cosas feas vividas en la niñez.
Solemos fijar mucho más nuestra atención en la adolescencia, por todos los cambios que trae, y le echamos la culpa sólo a esa etapa, a la juventud perdida, olvidando la niñez, que es el origen de lo que somos. Edad sin filtros, en la que todo lo que nos llega, nos llega, sin darnos la posibilidad de elegir, de diferenciar lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto. Porque para eso estamos los jóvenes y los adultos: para guiarlos.
¿Qué niños tenemos en nuestra sociedad, hoy? ¿Qué adulto o joven tendremos o queremos tener en el futuro? Y para no generalizar y escudarnos detrás de un gran sustantivo que es la niñez: ¿Qué hijos, qué hermanos, qué sobrinos, qué nietos, hay en nuestra realidad cercana? ¿Cómo son? ¿Cómo piensan? ¿Son felices?
Con niños felices, el futuro no puede fallar, porque ellos son la semilla del mañana. Un mañana que comienza a crecer, ¡ya!.
Que el día del niño, no sea sólo ir a comprar un regalo y cumplir. Eso es importante pero los hará felices por un ratito. Aprovechemos este día para pensar en nuestros niños, todos, en los que no tienen, para que puedan ser felices y crecer bien y en los que lo tienen todo también. Porque todos los niños son nuestro futuro y todos necesitan algo para ser felices. Y mientras nos encargamos de ellos, nosotros hagamos las cosas bien, para que cuando germinen en el mañana, quieran ser parte del mundo que les toca y no querer huir hacia otro planeta, asustados, por el mundo que les hemos dejado en herencia.



Mi Columna "Enfoque Joven". Periódico Diálogo. Agosto 2011. Nº 202