30 de septiembre de 2009

A LAS 3 DE LA TARDE EN LA CIUDAD DE MARIA

Esta vez no pensaba escribir. Quería vivir, simplemente, sin dejar ningún rastro escrito; sólo los recuerdos. El reloj sobre la mesa de luz, al costado de mi cama, marca la una de la mañana del día 26 de septiembre. Estaba por dormirme, pero me vino a la mente la pregunta de una persona que ayer por la tarde me detuvo entre la muchedumbre: ¿vas a escribir algo sobre esto?
A veces pasa así. No esperaba escribir pero la historia llegó hacia a mí. Es una historia pidiendo ser contada, me dije. Había tomado la decisión de no escribir porque, como le contesté, “ya el año pasado escribí algo sobre el Campito, fijate en el archivo del blog, que está”.
Así que aquí estoy, escribiendo, gracias a una pregunta que me despertó nuevamente este vicio de contar.
Hace unas horas fue 25 de Septiembre y estuve caminando por la otra ciudad, que es mi ciudad, pero totalmente distinta. Siempre repito la idea de que a los lugares los hace la gente y como ayer vino mucha gente, en cantidades miles, pues era esta otra ciudad: la ciudad de los peregrinos.
Por un lado una ciudad dormida, en su feriado local, sin colegios, con los negocios cerrados, sin movimientos. La otra ciudad, la protagonista, es la que está llena de gente; muchedumbre congregada en torno a la Virgen María del Rosario de San Nicolás.
A las tres de la tarde, cuando la imagen salió del templo se produjo ese acontecer inexplicable para muchos, que para mí es un amanecer explosivo. Ante un amanecer en el mar, los miles de ojos se fijan en el horizonte, esperando que el sol aparezca. Aquí es lo mismo: la multitud espera ansiosa que amanezca Ella por la puerta central del templo. Todos quedan maravillados y comienzan a agitar sus pañuelos como olas en un mar de gente. Y allí se da lo explosivo, la alegría, la emoción, el canto vivo. La explosión de Fe viva.
La otra ciudad, está llena de peregrinos entre los que asomamos algunos que jugamos de local. Y es especial ver a alguien conocido entre todos estos miles de visitantes. Por un día la ciudad les pertenece y nosotros, los menos, somos testigos.
La imagen de María sale y los peregrinos acompañan en procesión. A lo largo de la tarde me crucé con varios conocidos. Los que más me llamaron la atención fueron: una amiga que ahora es guardia de tránsito, parada firme en una esquina organizando a la muchedumbre. La señora que entre otras cosas motivó este escrito porque me dejó pensando en mi deber de escritor. Y la madre de una amiga que me alentó diciendo que el mundo es de los locos, así que comprendí que voy por buen camino. No quiero el mundo, pero sí, estoy un poco loco.
Caminé por la otra ciudad toda la tarde. Es una ciudad mágica que aparece y desaparece cada 25 de Septiembre, fecha del aniversario de la aparición de la Virgen en nuestras tierras, a orillas del Paraná. Los peregrinos traen cartelitos colgando de su pecho y no puedo evitar sorprenderme: Mendoza. San Juan. Entre Ríos. Malargüe. Neuquen. Mar del Plata. Bahía Blanca. Quilmes. Tres Arroyos. San Justo...leí en un rato mientras caminaba.
La ciudad de la Fe tiene un Santuario y un Campito, y es donde hace 26 años comenzó esta historia. La misma edad que yo.
Es una ciudad de paz, de gente que comparte una misa, una procesión, un ruego, un rezo, un agradecimiento. Gente que ora, que medita, que dice ¡Viva María!, que toma mates en familia o entre amigos.
En la ciudad de la Fe, hay muchos policías para atrapar a los oportunistas que aprovechan la muchedumbre y la meditación para robarse algo. También es una ciudad invadida por vendedores ambulantes que van en busca de las muchedumbres del país para vender sus cosas. Yoyos de Spiderman, el tomate loco, Barney el dinosaurio, que me saludó y todo y me dijo cantando que, “somos una familia feliz”. Por supuesto no falta lo básico: comida y bebida.
Cuando la misa termina, la gente se desconcentra y poco a poco va quedando el suelo desnudo con algunos grupos dispersos que se quedan a tomar mates y a disfrutar del silencio del lugar. Donde antes había miles, ahora ya no queda nadie.
Los peregrinos se dirigen a sus colectivos acarreando sus sillas plegables, sillones, silloncitos, bolsas, bolsitas, bolsos y bolsitos. Los noto cansados pero tranquilos, felices y renovados. Se van cargados de recuerdos materiales (medallas, estampas, almanaques etc, etc, etc y más etc....) pero sobre todo de vivencias.
Poco a poco la muchedumbre va desapareciendo y la otra ciudad va quedando en silencio. Como huella los peregrinos dejan flores, flores y más flores. En el lugar del oratorio quedan los restos de vela ya consumidas, que han sabido acompañar un rezo, un pedido, un agradecimiento.
Cada año redescubro esta otra ciudad. Vengo desde que era un niño cuando me llevaba mi mamá, y yo me asustaba al ver tanta gente junta.
Antes de irme, llegó el móvil de Telenueve. La movilera bajó de la camioneta, micrófono en mano, acompañada de dos hombres, uno manejaba la cámara y el otro le decía qué hacer. Irrumpieron apurados en el Templo y se colocaron al lado de la imagen central de la Virgen, para registrar los momentos en que las personas pasan para tocar la imagen y rezar. Los demás medios ya se habían ido con sus cámaras repletas de imágenes.
La otra ciudad poco a poco va quedando en silencio. El Campito vuelve a ser de los pájaros y del viento. Los peregrinos han desaparecido y me doy cuenta de que la otra ciudad, es también mi ciudad.
Me alejo caminando despacio mientras la noche va cayendo sobre el Campito de María del Rosario de San Nicolás.

22 de septiembre de 2009

PRIMAVERA

¡Feliz primavera para todos!!

Hagámonos un tiempo para apreciar esta maravilla de la naturaleza, este milagro que sucede cada año.

Los pastos reverdecen... el aire se siente distinto.. los brotes aparecen en los árboles... las flores asoman a la vida....

¡Es primavera!!


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Para aquellos que quieran leer, va aquí un link hacia un artículo mío, de unos años atrás.



La foto muestra flores llamadas Pensamientos.
¡Qué florezcan nuestros pensamientos!


9 de septiembre de 2009

LA IMPORTANCIA DEL DIALOGO

¡Hola! A partir de Septiembre, tendré una columna en el periódico Diálogo. (Periódico mensual de Capital Federal, de distribución nacional).
A través del blog, compartiré con ustedes el texto, una vez al mes.
¡Saludos para todos!

LA IMPORTANCIA DEL DIÁLOGO (Edición Nº 182. Septiembre 2009. Año XVII)

¡Hola a todos! ¿Cómo les va? Espero que bien. Es mi primera participación en este periódico y mientras pensaba sobre qué tema podía escribir, me detuve en la tapa y en especial, en el nombre que lleva este medio.
¡Pero qué coincidencia! Justo se llama así en este año, en que la palabra “diálogo” llegó a los medios de todo el país y es noticia. Convocar al diálogo...llamar al diálogo... y ¿qué opina usted del llamado al diálogo?... y que voy al diálogo... y que no voy... que sí, que no, lo digo o no lo digo. Parece que el diálogo es la nueva estrella de los medios. ¿Será que lo teníamos tan olvidado, que dialogar, hoy, es noticia?
Sería interesante ver que pasa en la sociedad y que nos pasa a nosotros con esta capacidad humana de dialogar.
Caminando por la calle, encuentros al pasar, percibo que la gente anda con ganas de que la escuchen. A todos nos gusta ser escuchados, compartir nuestras buenas o malas noticias, pero hay una cierta tendencia: contar sólo lo malo. ¿Serán los medios que influyen en esto? Sólo las malas noticias son las que se comunican ¿Y lo bueno?¿No hay nada bueno para contar? Parece que no, para esas nadie te llama, o nadie te para por la calle, sólo algunos. Las buenas noticias se guardan. Algo nos está pasando porque, camino dos pasos y ya me tiran un pack de malas noticias.
Que la gente quiera que la escuchen, no significa dialogar. Algunos sólo quieren hablar y hablar e intento darles mi punto de vista o consejo, pero no hay caso: quieren hacer su monólogo e irse por donde vinieron. Y bueno, al menos he puesto mi oído - me digo, ante tanta verborragia.
Como seres humanos tenemos el don de la palabra, para comunicarnos y entendernos con el otro. Para que haya diálogo tiene que haber dos, y lo mejor es que haya un ida y vuelta. Cuando hay diálogo en serio, cada una de las partes sale enriquecida.
Con el crecimiento de Internet, con “charlas” virtuales y fugaces, se ha ido perdiendo el diálogo cara a cara, enriquecido por la presencia física del otro, de sus gestos, su sonrisa, su mirada que expresan tanto en un todo.
Cuesta acercarnos al otro, romper el hielo para empezar a dialogar, hay un cierto miedo a solucionar las cosas charlando y se evita el diálogo por miedo a la discusión. El diálogo es la base de todo. Igual, nadie dijo que es fácil: a veces trae problemas, produce confrontación, pero cuando uno sabe moverse dentro del respeto, aún la discusión es enriquecedora.
¿Cómo expresar algo que siento y no puedo? “Tenemos que hablar”, suena a que se viene algo grave a tratar, pero sería bueno escucharlo seguido, para toda situación. Realmente nos hace falta.
El diálogo es encuentro, y en un encuentro cada una de las partes se ven reflejadas en el otro, como si se enfrentaran dos espejos. Yo me miro en el otro, en su historia y en su experiencia.
Cuando se evita el diálogo, hay muchas cosas detrás: es tan importante la palabra de a dos que cuando queremos herir a otro o nos hirieron, le negamos la palabra: “no le hablo nunca más”.
No alcanza con escribirnos por algún medio electrónico, que sin duda son muy útiles. Es a través de la palabra en vivo como logramos saber el estado real del otro.
Hace poco salió un videoclip de Eros Ramazzotti, de su tema musical “Dímelo a mí”. En él se muestran situaciones de personas que se tienen cerca, pero se expresan todo vía mensaje de texto. Este clip nos hace repensar en esta especie de invasión celular de los últimos años: ahora que ya pasó el tiempo y la tecnología se instaló, es hora de repensar el lugar que ocupa, y qué nos ha robado de nuestra vida diaria. “Hay algo que has olvidado, yo estoy contigo aquí”, dice un fragmento de la canción.
Todo tiene que ver con todo. Si nos cuesta dialogar, nos cuesta encontrarnos. Si cuesta encontrarnos cuesta reunirnos. Sin diálogo dejamos de enriquecernos, dejamos de crecer como sociedad.
A los jóvenes nos cuesta hablar con los adultos, pero queremos que nos escuchen, que nos entiendan y esto se hace dialogando. Estoy rodeado de jóvenes que quieren algo básico: ¡ser escuchados!
En esta primavera, de vida nueva, de florecer y reverdecer, alimentemos el diálogo. Es importante que florezca en nuestras vidas, que esté presente en todas las casas, en los gobiernos, en los grupos de amigos y compañeros, en el trabajo, en la escuela, ¡En todos lados!¡Feliz primavera para todos! ¡Feliz Diálogo para todos!