9 de septiembre de 2009

LA IMPORTANCIA DEL DIALOGO

¡Hola! A partir de Septiembre, tendré una columna en el periódico Diálogo. (Periódico mensual de Capital Federal, de distribución nacional).
A través del blog, compartiré con ustedes el texto, una vez al mes.
¡Saludos para todos!

LA IMPORTANCIA DEL DIÁLOGO (Edición Nº 182. Septiembre 2009. Año XVII)

¡Hola a todos! ¿Cómo les va? Espero que bien. Es mi primera participación en este periódico y mientras pensaba sobre qué tema podía escribir, me detuve en la tapa y en especial, en el nombre que lleva este medio.
¡Pero qué coincidencia! Justo se llama así en este año, en que la palabra “diálogo” llegó a los medios de todo el país y es noticia. Convocar al diálogo...llamar al diálogo... y ¿qué opina usted del llamado al diálogo?... y que voy al diálogo... y que no voy... que sí, que no, lo digo o no lo digo. Parece que el diálogo es la nueva estrella de los medios. ¿Será que lo teníamos tan olvidado, que dialogar, hoy, es noticia?
Sería interesante ver que pasa en la sociedad y que nos pasa a nosotros con esta capacidad humana de dialogar.
Caminando por la calle, encuentros al pasar, percibo que la gente anda con ganas de que la escuchen. A todos nos gusta ser escuchados, compartir nuestras buenas o malas noticias, pero hay una cierta tendencia: contar sólo lo malo. ¿Serán los medios que influyen en esto? Sólo las malas noticias son las que se comunican ¿Y lo bueno?¿No hay nada bueno para contar? Parece que no, para esas nadie te llama, o nadie te para por la calle, sólo algunos. Las buenas noticias se guardan. Algo nos está pasando porque, camino dos pasos y ya me tiran un pack de malas noticias.
Que la gente quiera que la escuchen, no significa dialogar. Algunos sólo quieren hablar y hablar e intento darles mi punto de vista o consejo, pero no hay caso: quieren hacer su monólogo e irse por donde vinieron. Y bueno, al menos he puesto mi oído - me digo, ante tanta verborragia.
Como seres humanos tenemos el don de la palabra, para comunicarnos y entendernos con el otro. Para que haya diálogo tiene que haber dos, y lo mejor es que haya un ida y vuelta. Cuando hay diálogo en serio, cada una de las partes sale enriquecida.
Con el crecimiento de Internet, con “charlas” virtuales y fugaces, se ha ido perdiendo el diálogo cara a cara, enriquecido por la presencia física del otro, de sus gestos, su sonrisa, su mirada que expresan tanto en un todo.
Cuesta acercarnos al otro, romper el hielo para empezar a dialogar, hay un cierto miedo a solucionar las cosas charlando y se evita el diálogo por miedo a la discusión. El diálogo es la base de todo. Igual, nadie dijo que es fácil: a veces trae problemas, produce confrontación, pero cuando uno sabe moverse dentro del respeto, aún la discusión es enriquecedora.
¿Cómo expresar algo que siento y no puedo? “Tenemos que hablar”, suena a que se viene algo grave a tratar, pero sería bueno escucharlo seguido, para toda situación. Realmente nos hace falta.
El diálogo es encuentro, y en un encuentro cada una de las partes se ven reflejadas en el otro, como si se enfrentaran dos espejos. Yo me miro en el otro, en su historia y en su experiencia.
Cuando se evita el diálogo, hay muchas cosas detrás: es tan importante la palabra de a dos que cuando queremos herir a otro o nos hirieron, le negamos la palabra: “no le hablo nunca más”.
No alcanza con escribirnos por algún medio electrónico, que sin duda son muy útiles. Es a través de la palabra en vivo como logramos saber el estado real del otro.
Hace poco salió un videoclip de Eros Ramazzotti, de su tema musical “Dímelo a mí”. En él se muestran situaciones de personas que se tienen cerca, pero se expresan todo vía mensaje de texto. Este clip nos hace repensar en esta especie de invasión celular de los últimos años: ahora que ya pasó el tiempo y la tecnología se instaló, es hora de repensar el lugar que ocupa, y qué nos ha robado de nuestra vida diaria. “Hay algo que has olvidado, yo estoy contigo aquí”, dice un fragmento de la canción.
Todo tiene que ver con todo. Si nos cuesta dialogar, nos cuesta encontrarnos. Si cuesta encontrarnos cuesta reunirnos. Sin diálogo dejamos de enriquecernos, dejamos de crecer como sociedad.
A los jóvenes nos cuesta hablar con los adultos, pero queremos que nos escuchen, que nos entiendan y esto se hace dialogando. Estoy rodeado de jóvenes que quieren algo básico: ¡ser escuchados!
En esta primavera, de vida nueva, de florecer y reverdecer, alimentemos el diálogo. Es importante que florezca en nuestras vidas, que esté presente en todas las casas, en los gobiernos, en los grupos de amigos y compañeros, en el trabajo, en la escuela, ¡En todos lados!¡Feliz primavera para todos! ¡Feliz Diálogo para todos!

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