26 de noviembre de 2015

UN DIÁLOGO INVENTADO / ARGENTINA 2015

- ¿Y si todos tiramos para el mismo lado?
- Sí, el tema es que... no sabemos ¿cuál sería "el mismo lado"?
- Ah ¡eso queda para allá!
- No, para mí ¡es para allá!
- Ah Bueh. Creo que estamos en problemas. Tenemos que ponernos de acuerdo. El futuro nos espera unidos.
- ¡Qué lindo estar unidos! ¡Me encanta el futuro! Pero… ¿para dónde queda?
- ¡Ufa che! Si caminamos juntos, respetando al otro, nos espera un futuro mejor.
- ¿Respetando al otro? ¿Y eso? ¿Dónde queda?
- ¡¡¡Me estás sacando!!! El respeto al otro, escuchar al otro, unirnos en las diferencias, dialogar, amarnos como hermanos.
- Ah, ¡qué lindo mensaje! Aunque no tengo hermanos y soy hijo único... ¡Lo voy a compartir en Facebook!

16 de noviembre de 2015

EL DESAFÍO DE LA INCLUSIÓN Y LA PAZ PARA LA ARGENTINA QUE VIENE

 De acuerdo a los distintos ámbitos en los que transito y trabajo -y que son muy diferentes entre sí - puedo afirmar que la inclusión está presente en todos ellos, sea como una realidad o como un firme deseo de realizar: todos -o la mayoría de nosotros- queremos o anhelamos la inclusión, más allá de la postura personal, política o institucional que elijamos adoptar.
 La inclusión debe ser tomada como el único camino posible para una Argentina mejor. Nadie es dueño de la inclusión y por esto nos corresponde a todos, depende de todos.
 El foco de discusión debe estar puesto en el cómo la logramos y en evaluar cómo se estuvo logrando a lo largo de nuestra historia como país, para poder proyectar mejor. El futuro no nos pide perder el tiempo debatiendo si la inclusión es buena o mala: nos exige encontrar mejores respuestas a cómo lograrla.  
 Sí, debemos aceptar y ser sinceros en algo: incluir nos cuesta, nos obliga a reconocer al otro diferente, a encontrarnos con otra realidad, a salir de nuestra “burbuja”, de nuestra comodidad. No es algo fácil ni sencillo, pero lo argentinos tenemos un gran motor para lograr la inclusión y es la solidaridad. Es ella uno de los valores más importantes que tenemos y debemos cuidarla y estar orgullosos.
 Por otra parte, es muy notorio el enojo de algunas personas ante la inclusión; pero el enojo es con la forma, con los métodos, no con la inclusión en sí misma.

 ¿Y qué tiene que ver la inclusión con la paz?

 Nunca alcanzaremos la paz o la amistad social si hay excluidos. Porque la exclusión anula a las personas, las deja sin oportunidades, las aísla y eso aumenta el odio. Y el odio es el principal motor para la violencia.
 Entonces, si no nos cuestionamos el verdadero origen de lo que está pasando, nos quedamos viendo el final, la noticia final, la tragedia final. Nos horrorizamos ante la muerte, nos apenamos y angustiamos, pero después la vida sigue su curso, como si nada hubiera pasado realmente.
 Cuando pedimos seguridad deberíamos pedir menos excluidos. Cuando pedimos seguridad deberíamos pedir más paz.
¿Por qué hay tanta violencia? Las cosas no ocurren porque sí. Tampoco se solucionan poniendo un policía por persona para que nos cuide. Deberíamos ir mucho más allá y analizar profundamente: alguien violento está pidiendo que lo miren. Nos dice “acá estoy”, nos pide a gritos “quiero que me quieran”, “quiero que me tengan en cuenta”.

Algunos interrogantes

Finalizo con muchos interrogantes; pero eso está bueno creo. Preguntarnos cosas y evaluar, es una buena manera de crecer.
 Nuestro desafío, hoy, es responder juntos y unidos en nuestras diferencias: ¿cómo seguimos? ¿Cómo logramos la inclusión? ¿Son buenas las formas de inclusión de los últimos años? ¿Qué cosas positivas y negativas nos han dejado? ¿Qué tenemos que corregir? ¿Qué tenemos que incorporar? ¿Cómo llevamos a la práctica la inclusión en nuestra propia vida?
 Por último, una pregunta a los gobernantes que vengan: ¿cómo seguirán y seguiremos construyendo una mejor inclusión para todos?

 La inclusión siempre es buena más allá de quien la proponga. Es el camino que debemos seguir transitando para un país mejor y que nos incluya verdaderamente a todos.