24 de abril de 2008

MUNDO BAR – MUNDO PISTA

Noche de sábado en San Nicolás. El humo era el tema de la semana y no precisamente el del cigarrillo. Humo por doquier, humo molesto, de unos campos que se queman por acá cerca. Tal vez sirva no pensar tanto, distraernos con otra cosa y pilotearla hasta que vuelva el aire limpio. O si no queda quejarnos, rezongar, putear o masoquearnos mirando por TV, como el humo va y viene, pero no se va.

El bar designado para la previa queda en Nación y Maipú. No sé quien eligió, porque nunca se sabe quien termina decidiendo sobre los destinos, en esa cadena de SMS que se inicia con un Q hacemos esta noch? o Vamos a... t sumás? o un corto y breve, salís?.

Llegué una hora más tarde. “Tenemos dos coches disponibles, ya va para allá” me habían dicho, y hasta que llegó el remis tuve que esperar como unos 4O minutitos. Pero no me importa nada: hoy es sábado a la noche.

Cuando llegué, el mundo de la mesa ya estaba armado. Siete, conmigo. Hubo que agrandar el mundo para que yo pudiera entrar, así que arrimamos una mesa más.

Pasó la previa, así de rápido como tardaron en agotarse el gancia, la cerveza, la sprite y los queridos y ya conocidos Sanmartines con maní y soda. La chica del anillo copado y remera con letras raras (árabes creo) no tomó nada. Andaba desconcentrada y le dije que tenía cara de mal de amores.

En fin alguien tenía que desarmar el mundo para armar el que venía y dijo: che, ¿vamos?, una especie de pregunta que en realidad es una orden y alguien tiene que hacerla porque si bien el boliche nos espera, también es cierto que arranca igual sin nosotros.

Sí, sí dale, contesta alguien y al instante comenzamos a pararnos uno a uno, enfilando hacia la puerta, para dejar atrás la mesa-mundo del Bar del Teatro, que César, el mozo- el “traedor de Sanmartines con maní” como lo bauticé-, dejará limpita para el nuevo aterrizaje de visitantes.

Esta vez no vamos en remis hasta el boliche. P. nos lleva... ¡qué grande P.!. Hay que tener aguante, -pienso- llevarnos hasta ELEVEN (el boliche), dejarnos en la puerta e irse a dormir. Yo no podría - pienso. P. vendría a ser una especie de San Pedro con las llaves del reino, pero en este caso en lugar de las llaves, tiene la camioneta, que nos lleva al reino de la música, la gente, los tragos, las luces y la diversión.

En la puerta del Bar uno se despide y quedamos seis. Nos dividimos en dos mundos: los que vamos atrás, en la cúpula de la camioneta, y los que van adelante.

Llegar a ELEVEN, bajar de la camioneta, despedir a P., sacar el DNI, pagar 15$ o 10$ depende el sexo que te haya tocado. Macho, dijo la partera, o ¡es una nena! y cuando sea grande va a pagar menos en el boliche.

No podés! Qué garrón! Y ahora?Qué hacemos? No te lo puedo creer!...En el aire aún se sentían los ecos del sábado anterior, donde nos habían cortado las piernas, cortando la música y prendiendo las luces. Policía. Clausura. Chau. Y ahora que hace uno con toda la ilusión que tiene. Era como si te robaran los regalos de tu cumpleaños antes de que los pudieras abrir. Y bueh, no queda otra, llenemos la desazón con algún otro lugar o vayámonos a dormir. Y esperar la otra oportunidad, o sea al sábado próximo, o sea ese que estábamos viviendo.

Ese sábado se disfrutaría doble, porque era el sábado post-clausura. Mejor dicho el sábado que pasó lo disfrutamos doble, porque ya pasó, porque es domingo, cuando escribo esto.

Pasamos por una pista, que es como un quincho. Acá no paramos, dijimos, como si fuéramos en un subte, esperando nuestra estación. Subimos una escalera, pasamos por un balcón. Desde ahí arriba un hermoso paisaje de humo y una luna que se asomaba burlona, porque claro a ella no le importaba el humo y seguía brillando. Y la verdad a mi tampoco, a nosotros tampoco, porque es o era Sábado a la Noche (así con mayúscula).

Acá bajamos. Estación THE CUBE o EL CUBO, para los que no saben inglés. Queda arriba, allá, una pista con paredes de vidrio que vibran y se la bancan toda la noche. Música electrónica. Si te gusta, sabés de que te hablo.

Armamos la ronda, copar la pista, mover los cuerpos libremente, bailar, cada uno con su toque personal, con su estilo, con sus ganas, con su energía. Cuando llegamos al Cubo muchos ya estaban poseídos por la música.

Cambiadas las consumiciones, tragos en mano, ahora solo resta dejarse llevar, porque ya aterrizamos en este nuevo mundo que es la pista de baile. Dejarnos llevar por la música, entregarnos al juego de las miradas, a los saludos, al roce de los cuerpos.
La suerte está echada, las cartas jugadas. Dejemos que las cosas sucedan, que la noche se construya sola, que las historias se tejan y mañana (que es hoy) tal vez la pueda contar.

Es domingo cuando escribo esto. Es domingo cuando mi amigo M. elige una imagen para su fotolog y escribe: Se va el finde, pero otro vendráaaa ¡juazz! ¡Así que mientras tanto sean felices!!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

el tincho... narrar como la rutína sabadera es lo más extremo que visto, y confieso que he visto algunas cosas extremas, pero así sos querido, el "jóven talento" tiene su nido y eso es placer para los visitantes, como te he dicho en otra oportunidad, sos un artesano que fomenta el bienestar, invita a la reflexión y te deleita con la fusión entre palabras. Te mando un fuerte abrazo. el loco Nacho.-

Anónimo dijo...

Goya, espadachin con su lapiz y caminante de los ojos ajenos; la verdad que ir leyendote va dando gusto, me impresiona el crecimiento que tenes, tanto en calidad como en experiencias y como tu motor V8 que tenes como cerebro se extasía en contar, armar y llevarnos fuera de esta realidad tan real, o almenos hacerla menos pesada. un Abrazo JUANCHY