9 de mayo de 2008

BUENOS AIRES (desde el Cyber)

Salir de San Nicolás. Terminal de omnibús, 7.55 am. Una mañana fresca de un día que promete. En realidad me prometí que este día sería bueno, porque el día en sí, por sí sólo, no promete nada. El día es día.
Escribo desde un cyber, en la Calle Corrientes y 9 de julio. Esquina tradicional porteña. Siempre escribo desde casa y esto es una experiencia nueva. Al lado a un pibe que se ríe solo, y contesta mensajitos y lee los mails. Y me pregunta si entiendo algo de internet porque no caza una.
Atrás mío hay cabinas, muchas, 24, para hablar por teléfono. Adelante hay un kiosco... esto es un locutorio argentino. De todo un poco.
Afuera está el Obelisco. Recién lo saludé, pero ni se movió. El anda ahí parado, hace tantos años, indiferente y agrandado, porque es famoso y le sacan fotos. A mí me emociona verlo, es un símbolo de que estoy en Buenos Aires. Y lo mejor de todo, estoy solo, y camino y hago lo que quiero. Esa libertad de hacer camino al andar, sin que nadie me marque la ruta.
Bajé en Retiro. Mundos, mundos y más mundos en una ciudad. Cada persona es un mundo, sí, pero Buenos aires bate records de mundos en un instante. Es como el cambiar de imágenes en un video clip. Pero todo es gente, gente y más gente. Cómo un mar o un río.
Caminé por Florida. Cruzar cada esquina, es, como meterme en una procesión. Parece como si terminara el mundo y de repente alguien gritó: acá, acá está la salida. Y así todos para un lado, van, van. Es como una ráfaga de gente y en la que te metés y es difícil marcar el propio ritmo. Yo voy como más lento que el resto. Y sí, estás de paseo, así cualquiera.
Rostros, diversos, miradas de luz, de oscuridad, y tristezas que se notan y mucho. Apuros, mucho apuro. Hay que llegar, hay que comer, hay que laburar.
Vendedores ambulantes: el limpia pelusas, llegó el limpiapelusas. Artistas. Mendigos. Un tipo de la Puna tocando con su quena, covers de temas musicales famosos. Gente, la local, la que va y viene más apurada que todos. Y también están los otros, los turistas. Los extranjeros, cuando hablan, le aportan esa música, en italiano, en brasilero, en inglés... .
En Florida lo vi al Chavo (el del ocho). Andaba, haciendo el gesto de ESO ESO ESO y pataleando cada tanto. Pero lo hacía cada vez que alguien le ponía una moneda. Estatua viviente, el Chavo. Qué maestro el pibe ese que tiene ganas de regalar su arte vestido del Chavo.
Me metí en un par de palacios del consumo, también llamado shoppings. Pero no quiero comprar nada, sólo quiero caminar. Caminar porque sí. Está bueno no tener razones cada tanto. PORQUE SI. PORQUE SI. Como cuando era chico.
Me metí en varias librerías. No sé si es porque me gustan los libros, pero para mí eran un oasis de paz entre el movimiento urbano. Como meterme en una iglesia, sí, Santuarios de la Lectura.. Tapas y más tapas que me miran. Los más vendidos andan allá en la vidriera haciéndose los lindos y otros esperan en los estantes.
Ahora hay café en todas las librerías: cuando era chico no era así. Y está bueno: leyendo se alimenta una parte, la intelectual y así movemos un poco el cerebro, que en esta era de bailando por el rating, lo tenemos bastante dormido. Y el café alimenta el cuerpo.. para que no se queje de que no le damos nada.
Bueno, me voy, a seguir. A las 14 hs abre la Feria del Libro. Voy seguir navegando entre tapas, entre gente, entre stands, pero rodeado de libros que es lo que más me gusta. Iré a visitar a mis dos hijos libros. El día que nacieron, al toque, empezaron a caminar sólos, y cada tanto quiero saber como andan.
Y al salir seguramente confirmaré que el Obelisco sigue ahí.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Martín! Acá pasando! leo lo que escribiste y me gustó una vez más! será porque me siento identificado con esas historias? será que muchas las he compartido? Nose que será, pero me gustan! porque leyendo estoy viendo ese obelisco que adoro, esa gente que corre y la que no corre, los tristes los alegres, a todos los veo también... desde casa, pero los veo! Te pusiste a pensar en toda la magia y capacidad de movilización que pueden contener unas palabras!? es increible, a mi no me deja de sorprender! y de gustar! Me alegra tenerte como amigo y que encima tengas el poder de trasladarme a cada lugar, a cada sensación, a cada persona(o personaje?) con solo "leer". Gracias Tincho! un abrazo!

Matías P.

Anónimo dijo...

Hola Martín! Acabo de descubrir tu blog (gracias a tu nick en mi lista de msn que cada vez uso menos) y este es el primer artículo que leo. Hacía mucho que no leía nada tuyo y me asombra la madurez que van adquiriendo tus textos...El relato es una foto impecable para quien se sumerge al gran mundo de Capital o para quien puede detenerse un instante a observar el vértigo de los segundos contados del resto. Casualmente el próximo lunes viajo por primera vez sola por motivos laborales a Capital Federal. Voy a alojarme en un hotel a pasitos de Florida y del Obelisco y muchas de las sensaciones que se me ocurren puedo llegar a experimentar están calcadas en este relato. Muchas gracias por tan lindo texto!
Saludos.

Anónimo dijo...

piel de pollo, piel de gallina... se llaman diferentes pero son iguales... otra vez... al leerte por los ojos, luego entiendo, pienso, empiezo a sentir... y allí cambia de forma la piel... gracias, emocionante! un abrazo. nachin.-