1 de octubre de 2008

EL 25, EL CAMPITO, LA VIRGEN, EL CORO, ZAMBA QUIPILDOR...

24 /09/ 2008 - 9 PM. La zona del Santuario de la Virgen del Rosario de San Nicolás, comienza a cambiar su paisaje habitual. Para nosotros, los nicoleños, es el campito de la Virgen. Todo empezó hace unos años, 25 recién, 25 ya.
No deja de sorprenderme que “el campito” se vaya transformando en “el Santuario”. Los medios le llaman “fenómeno mariano” y realmente al principio no me gustaba esa palabra. Pero año tras año, siendo testigo de todo esto, voy comprendiendo y confirmando el uso de la palabra fenómeno. Es la Fe y la gente; es la Fe viva en la gente que llega de todas partes, que la veo, que la siento, y que invade hermosamente la ciudad en cantidades miles.
A las 9 de la noche en el campito, como todos los años, se encuentran al costado del escenario, los y las coreutas que van a cantar la Misa Criolla junto al cantante folclórico Zamba Quipildor.
A la medianoche estarán sobre el escenario, para engalanar la primer Misa, esa que da comienzo al día central, cumbre en la ciudad de San Nicolás: el 25 de Septiembre.
“A las 9 es la prueba de sonido”, había dicho, el director del coro. Y son las 9 menos 5 y son las 9 y las 9 y 5, y ahí van llegando, uno a uno. Están los de siempre, los de antes, algunas caras nuevas, algunos que resurgen de las cenizas como el ave fénix. Es como una fiesta familiar de fin de año, un reencuentro para cantar.
Algunos se dedican al coro durante todo el año y desde hace años, otros solo se unen para cantar esta obra tan especial. Para aquellos que no saben, (como el remisero que me trajo de regreso del campito esa madrugada) les cuento que la Misa Criolla es una obra argentina, de reconocimiento mundial, compuesta por Ariel Ramírez: una misa cantada sobre formas musicales puramente folklóricas.
Fue cantada por varios interpretes de nuestro folclore nacional, entre ellos Zamba Quipildor, quien ha recorrido el mundo con esta obra y tenemos el lujo de poder verlo en el campito de San Nicolás desde hace unos años.

25/09/2008 - 0:00 HS. Los fuegos artificiales inundan el cielo, la multitud entona el feliz cumpleaños a María y así la magia comienza a desplegarse.
El coro ya está ubicado en el escenario, divididos por cuerda: Tenores, Sopranos, Contraltos y Bajos, con la partitura en mano.
El campito está repleto, es una fiesta multitudinaria de fe. Comienza la misa, el director mueve sus manos y las voces comienzan a despertarse. Señor, ten piedad de nosotros... Gloria a Dios, en las alturas... Padre todo Poderoso.. Santo Santo Santo.. Cordero de Dios que quitas... irá entonando Zamba junto al coro.
El Director marca, guía, hace dibujos en el aire y las voces cantan. Artistas que unen sus voces, unidos por el placer de cantar. Cada voz es un granito de arena que se lleva el viento.
Nadie hace ya las cosas por amor al arte, se dice por ahí, pero la gente que va al coro es una excepción. Van por amor al arte. Por amor al arte (repito a propósito)
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El tiempo corre y hace frío en la madrugada del Campito y más de uno en ese momento envidia el poncho salteño de Zamba Quipildor.
Hay un premio para los coreutas y es grande y único: la vista desde el escenario. Miles de personas, miles de antorchas, de pañuelos que se agitan; un verdadero mar de gente. Una imagen guardada en la retina por siempre, que emociona, que eriza la piel.
Y el otro premio, por supuesto, es el aplauso. En algún momento Zamba pedirá un aplauso para el coro y agradecerá la presencia. Y el director -que lleva años en la ciudad, remando en esta difícil vocación de música y coro- devolverá el gesto con una sonrisa.
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Es de madrugada y la misa ya terminó, muchos se fueron y otros miles se quedaron: “Cantate, otra Zamba” (Balderrama, Lunita Tucumana, Zamba de mi Esperanza, El Humahuaqueño, etc, etc...)
Pero todo llega a su fin, en algún momento Zamba se despide, si Dios quiere, hasta el año próximo. El coro baja del escenario, con cansancio por las horas de pie, como soldados al pie del cañón. Cada uno tiene su vida, sus problemas, pero allí arriba todos son uno.
Al apagarse las luces, los coreutas vuelven a ser ellos mismos. Cada uno se aleja y se pierde entre la gente. Regresan a su casa con una sonrisa, habiendo aportado su voz, sus ganas, su arte, su amor por la música.
El escenario quedó vacío y el campito en silencio, esperando vibrar nuevamente cuando el sol ilumine otro 25, de emociones, de multitud y de corazones latiendo al compás de la Fe.
Mientras tanto, en otro lugar del campito, la imagen de María - esa que vieron antes un tenor y un bajo y le sacaron foto-, espera ansiosa la hora para salir a navegar entre la multitud.

“Maria, la luz en la fe de miles de creyentes” “una multitud impresionante, se instaló en San Nicolás para vivir las emociones del 25 aniversario del acontecimiento mariano. La llegada incesante de las peregrinaciones, las antorchas de la procesión, y la voz de Zamba Quipildor fueron algunos de los matices que hicieron que miles de personas se emocionaran hasta las lágrimas"... (DIARIO EL NORTE 25/09/08)

((GRACIAS MATEO Y ROMAN POR LAS FOTOS))

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Martín! La verdad que tu relato me llena de emoción y orgullo por nuestra querida ciudad, bendecida por la Virgen!


Te felicito a vos y a todos los integrantes del coro!


Segui así, como siempre, inundando mi vista y las de todos con tus fascinantes relatos!



Exitos hoy y siempre!


Carolina (la hermana de Gustavo)