19 de diciembre de 2009

QUE TENGAMOS PAZ, QUE HAYA PAZ.


Se va un año más, como siempre, con todo lo bueno y lo malo que nos dejaron los días. ¡Qué año Argentina! Crisis, inseguridad, robos, caos, tensión, violencia, muerte. ¡Si contase la cantidad de veces que las oí en los noticieros! Palabras que forman un ramo de flores negras marchitas.

Es diciembre, llegamos al mes final. Ya comienzo a sentir las Fiestas que se aproximan, y sobre todo la Navidad.; y entre recuerdos y sentimientos amanece una palabra breve pero tan grande como el sol: PAZ.

Toda persona de bien anhela la paz y la construye día a día, gesto a gesto. Estamos violentos los argentinos, en nuestros actos, en nuestro uso de la palabra. Vivimos apurados, a mil, negativos, quejosos. Corremos diariamente una carrera de Fórmula Uno, y la velocidad no nos deja ver hacia los costados, no nos deja disfrutar del camino: sólo vemos la meta final, y la mayoría de las veces, no sabemos claramente a dónde queremos llegar.

Todo esto nos aleja de la PAZ. (la pongo en mayúsculas y en negrita para reivindicarla porque anda con el corazón con agujeritos, la pobre). Vivimos un año de confrontación continua, tal versus tal, en los programas de la tarde, y ni hablar de los noticieros: todos contra todos, una pelea tras otra, sin respiro; se renuevan los enemigos pero la pelea sigue vigente y se transforma en un deporte nacional. Si haciendo escándalo, se llama más la atención, entonces la culpa es de todos los que nos quedamos consumiendo el escándalo.

“Donde haya odio, ponga yo amor”, dice San Francisco de Asís en su oración por la paz.. Quiero una flor blanca de paz, en medio del ramo de flores negras marchitas. Para que haya paz, primero, debo estar en paz conmigo mismo.

Se vienen las vacaciones, tiempo para el encuentro con uno mismo y los demás, tiempo para ordenar nuestros pensamientos, y hacer balances. Tiempo libre para escuchar mi voz interior, para encontrar la paz, que está ahí en un rincón esperando volar, y que cuando sale, se nota en la mirada y en la sonrisa.

“Noche de paz, noche de amor, todo duerme en derredor, entre los astros que esparcen su luz... brilla la estrella de paz”. Que haya paz. Paz interior de todos, y de cada uno de nosotros. Paz en sociedad. Construyamos la PAZ, dentro de estas guerras diarias sin armas, pero guerras al fin y detengamos las confrontaciones que no llevan a nada. Necesitamos sembrar flores de luz entre tantas flores marchitas y secas.

Cuando vamos a misa, nos damos la PAZ. Todavía no pierdo la esperanza de un mundo en el cual todos nos demos la mano y estemos en paz, y no sólo por “la tregua” de las felices fiestas.

Es diciembre, nace Jesús, la paz hecha niño, la divina paz, la paz más sublime, la paz de unos ojitos de niño, de una pequeñez que florece al mundo.

Busquemos la paz, tengamos paz, que haya paz. Hoy, más que nunca.... Que la PAZ esté contigo, y con tu espíritu.

Periódico Mensual Diálogo. Edición 185. Diciembre 2009. Mi columna “Enfoque joven”.

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