3 de diciembre de 2009

Feria del Libro. Mar del Plata. 2009. (Día 1)

El sueño continúa, todo vuelve a comenzar. En esta ocasión mis libros de cuentos me trajeron hasta la ciudad de Mar del Plata. La “ciudad feliz” tiene su Feria del Libro, la 5ta edición, “Mar del Plata Puerto de Lectura”. Libros y mar ¿Qué más se puede pedir?

Llego a la feria, que queda en un salón del Gran Hotel Provincial, que durante años estuvo cerrado por reformas y ahora está quedando más lindo que nunca. El año pasado, se eligió otro lugar de este mismo Hotel, para realizar la 4ta edición. Y las anteriores ferias, se realizaban en una carpa, en la Peatonal San Martín.

Hacia el final del salón de la feria, a través de los vidrios, puedo ver el mar con toda su majestuosidad, con toda su fuerza. Yo llego con toda la emoción de saber que me voy a encontrar con los lectores, ese momento mágico, único, enriquecedor.
Cuando entro al salón, busco con la mirada el stand de la librería San Pablo, mi destino.
Son muchos stands, pero lo encuentro rápidamente.
Allí me esperaban Luis, director de la librería marplatense y sus colaboradores durante la feria: Guillermo y Marisa.
Si las librerías son templos, los stands de feria son templos móviles que salen al encuentro de la gente. Y yo estoy feliz de ser parte de este encuentro.
Nos saludamos, les cuento un poco mi viaje desde San Nicolás y minutos después, me siento junto a mis dos libros. Estoy lleno de alegría y energía. ¡Aquí vamos de nuevo!

La gente pasa y pasa. Las Ferias me encantan, los libros son los protagonistas.
Una señora se acercó, atraída por el título, Cuentos jóvenes para jóvenes. No son para mí que ya estoy vieja, me dice, en forma de chiste. Luego con sorpresa me dice: ¿Lo escribiste vos?
No sé por qué, será por al edad, o porque no tengo cara de escritor, la cosa es que no suelen creerme al principio. Tampoco aparece mi foto en el libro y eso lo hace más misterioso aún.
La señora me hace preguntas y le cuento que siempre me gustó escribir, que cuando tenía doce años le envié mi primer cuento, una fábula copiada de un librito, a Juan Carlos Pisano, quien lo publicó en la Hojita de los Niños.
Cuando vi mi nombre allí, sentí una gran emoción, una sensación especial, que me indicaba, sin saberlo, el inicio de un camino.
Después de charlar unos minutos y de hojear el libro otros tantos, la señora se llevó mi libro y se alejó con una sonrisa y unas palabras de aliento, para que siga adelante.
Más tarde, mientras sonaba en el stand un cd con villancicos, llegó una chica acompañada por su papá.
Estuvieron largo rato buceando entre libros, hasta que se acercó y me dijo: llevo los dos libros tuyos, uno para ella y otro para mi otro hijo. Melina, me miraba con una sonrisa tímida. Mi otro hijo, Facundo, está en una edad difícil, tiene 14 años - me contó el padre. Yo por dentro pensé que en realidad, todas las edades son difíciles.
Les explico que cada historia incluida en los libros es una experiencia vivida, propia, pero disfrazada de cuento. Son historias para pensar.
Cuando se van, luego de haberles dedicado los libros, me quedo solo en la mesa, y aprovecho para escribir esto. Pienso en esta cosa extraña y casi mágica que tienen los libros: ellos están ahí, inmóviles, son parte de un Martín que ya creció. Se llevan una gran parte de mí, pienso.

Para mí pasa el tiempo y ellos están allí, contando esas historias que son las mismas cada vez, pero que se renuevan con cada lector que se encuentra con ellas.
El mar allá cerca, va y viene con su oleaje continuo, acariciando la arena. En el stand suena ahora la Navidad en la Quebrada.
Yo termino mi primer día sabiendo que esto recién comienza. Mañana será otro día de Feria y lo más especial: la visita a un colegio.

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