8 de mayo de 2016

TODAVÍA QUEDA GENTE BUENA

 Ayer volví a confirmar que hay muchísimos héroes anónimos entre nosotros. Digo “volví”, porque es algo que sabía, pero con tanta mala noticia dando vueltas, con tantas cosas que nos pasan y nos decepcionan, estaba pensando que mi país ya no cambia más y me estaba ganando el desaliento.
Pero, por suerte… ¡Todavía hay gente buena! ¡Gracias a Dios y a ellos! Ahí están, en un barrio alejado, en un merendero, en una capilla, en un salón. Son de distintas edades y realidades, pero los une el mismo espíritu de lucha y las ganas de cambiar ¡ya!. No prometen nada para más adelante, porque las cosas se tienen que hacer hoy, porque si dejan para mañana lo urgente de hoy, mañana será muy tarde. Luchan y luchan, dando todo de sí, sus ganas, su esfuerzo, su tiempo, su vida y hasta lo que no tienen. Porque las cosas tienen que empezar a cambiar ¡hoy! 
¡Tanta frase vacía de campaña política! Y al final, me doy cuenta de que el "cambiemos" o el "no fue magia", no son nada, son algo vacío, porque siempre dependió, depende y dependerá de todos y sobre todo de la gente buena, de la gente de bien. 
Porque si nos quedamos esperando la carroza de los cambios y no hacemos nada, y seguimos mirando para otro lado, nunca va a pasar y cambiar nada. Y vamos a seguir así, mirándonos entre nosotros, enojándonos entre nosotros, criticándonos entre nosotros, quejándonos entre nosotros, pero eso sí: sentados, sentados cómodos, todos en el mismo lugar. 
¡Todavía queda gente buena! ¡Gracias a Dios y a ellos! Son esas personas que siguen apostando a trabajar y ser honestos y están ahí, firmes, cada día, cambiando las cosas, aunque parezcan que lo que hacen resulta inútil o insignificante. 
¡Cuánta gente linda conocí ayer! Haciendo tantas cosas valiosas, valiosísimas. Con su trabajo están encendiendo pequeñas llamas de fuego y de luz para que nuestra esperanza siga viva e iluminándonos a todos. ¡Gracias a Dios y a ellos!
Los invito a que siempre miremos todos, más allá de nuestro ombligo. Caminemos junto al prójimo, próximo. No es nada fácil. Porque mirar más allá nos puede traer dolor, compromiso, esfuerzo. Porque “ya tengo mucho con mis problemas como para hacerme cargo del otro”, pero… ¿y si nos damos cuenta de que cada uno forma un todo y un nosotros? 
¡Renovemos la esperanza y comprometámonos más! Aunque queramos borrar las palabras “compromiso” y “esfuerzo”, allí está el único camino posible hacia el cambio que esperamos.
Gracias a toda la gente buena que conocí ayer, siento que vale la pena seguir luchando, apostar al presente y al futuro. Hicieron darme cuenta de que no estoy dando lo suficiente, de que siempre se puede dar mucho más. ¡Puedo y tengo que comprometerme más para que las cosas cambien de verdad!
Porque si hay tanta gente buena, tantos héroes anónimos, tenemos que quererlos, apoyarlos, animarlos y acompañarlos a más. Son nuestro tesoro y hacen la diferencia, aunque muchas veces no se noten o no se quieran hacer notar. 
¿Y por qué no los vemos? - me pregunté muchas veces. Porque no hacen tanto ruido, porque el trabajo silencioso, nunca se nota. Pero créanme: aunque no se vean o no hagan ruido, generan los cambios esos que estamos buscando hace rato y de los cuales hacemos mucho bla bla bla, pero ponemos pocas manos a la obra.
(Escrito el 4 de mayo de 2016)

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