18 de agosto de 2015

CRISTIANOS FELICES Y MULTIPLICADORES DE BUENAS NOTICIAS

 En realidad al título debería haberlo puesto entre signos de pregunta (¿?), pero elijo que sea así, una afirmación que no da lugar a la duda.
 No sé bien porqué, pero es una realidad: solemos centrarnos en lo malo que tiene la vida, como si ser optimistas fuera algo imposible o “desubicado”. Deberíamos darnos cuenta de que lo esencial del Evangelio y del mensaje de Jesús es la alegría. Pero no una alegría así nomás, porque sí, superficial, sino la alegría de la Salvación. No podemos mirar para otro lado como si no hubiéramos entendido este mensaje. La Buena Noticia que nos trajo Jesús con su persona y sus palabras de Vida, no pueden pasar por nuestros oídos sin sembrarse y germinar en nuestro corazón.   
 De chico me costó mucho entender esta parte de la religión y ver unidas dos palabras como religión y alegría: ¡estaban tan lejanas siempre! Hablar con los amigos y nombrar la Biblia, ya daba a entender algo antiguo, aburrido y caduco.
 Hoy redescubro y reafirmo -luego de tanto camino recorrido y de tantos planteos- que lo esencial del ser cristiano es la alegría. Y no hay duda sobre esto. Debemos saber reconocerla, vivirla y transmitirlas a los demás, en un mundo donde estamos tan pobres de alegría, además de tantas otras nuevas pobrezas.   
 Cuando el Papa Francisco habló sobre la cara de los cristianos, diciendo que algunos tienen “cara de pepinos en vinagre”, me pareció genial: ¡por fin se hablaba sobre esto! Algo pasó en todos estos años para que no se nos note la alegría del Evangelio y que no la logremos promover en los niños y en los más jóvenes.
 No propongo negar la realidad, pero si tener un compromiso con la alegría y las buenas noticias como camino hacia una vida mejor cargada de esperanza.
 Y esta alegría no debe ser un maquillaje, algo superficial. Este gozo profundo llega cuando entendemos bien el Evangelio. ¡El mensaje de Jesús es tan simple de entender! Sólo que lo hemos complicado mucho. Cuando sabemos ver más allá, cuando lo incorporamos a nuestra vida cotidiana, vemos que no está nada lejano.
 Hoy vivimos inmersos entre las malas noticias que propagan los medios, pero hay algo peor aún: nosotros somos, muchas veces, los propagadores de las malas noticias, en nuestras reuniones, en nuestras charlas y también en nuestro compartir virtual. ¿Puede alguien cristiano ser un propagador de malas noticias y de desesperanza?
 El desafío de hoy es, a través de nuestra andar cotidiano, contarles a todos desde nuestra fe, que estar cerca de Dios es la mayor alegría que se puede sentir en el corazón.
 Pienso en las bienaventuranzas… todas comienzan con la palabra “FELICES”.  Felices (bienaventurados) los felices de corazón. Felices los que llevan las buenas noticias… me permito pensar.
 Si somos cristianos no hay vuelta que darle: debemos transmitir alegría y ser los propagadores de la Buena Noticia de Jesús y de las buenas noticias de hoy.
Ser cristianos es ser felices, con uno mismo primero, para luego poder llevar luz a los demás.

 MI COLUMNA "ENFOQUE JOVEN" - Periódico Diálogo Nº 241 - Julio 2015 www.dialogo.com.ar 


No hay comentarios: