2 de julio de 2012

Recordar ... en tiempos de lo inmediato y lo fugaz


 Tarde de otoño. El calendario me avisa que hoy es 21 de Mayo y el reloj marca las 15.27. A mi lado está la ventana de madera y vidrio, que da al patio. A través de ella, puedo apreciar el cantero con flores de estación. Ya están plantados los pensamientos, que - según dijo el dueño del vivero dónde las compré - van a durar hasta que llegue la primavera. Hoy nos cubre un cielo muy gris y el día está templado y húmedo. Muy pero muy otoño. Es lindo poder contarles estos detalles. A veces, en el apuro diario, no reparamos en estas cosas. Es lindo poder contemplar algo, aunque sea un ratito por día.

A mis espaldas está ubicado el placard, que en otros tiempos guardaba la ropa de mi hermana. Hoy sus estantes están llenos de libros, carpetas, papeles, folletos, objetos y recuerdos de tipo. Todo lo que quiero guardar va a parar allí. Y la verdad es que hace mucho que no tengo tiempo – o mejor dicho que no me hago un tiempo- para volver hacia ahí. Para cualquiera que lo viese ese esos estantes serían un completo desorden. Pero yo sé que en ese “de todo mezclado”, hay cosas muy importantes. Valiosísimos recuerdos, que para mí son muy, pero muy importantes. Algunos objetos, no tendrían valor alguno para los demás sino les cuentos la historia que esconden.

Entre esos estantes están apiladas todas las ediciones de este periódico en las que participé. Antes de escribir tomé la pila y comencé a repasarlos, hoja por hoja, deteniéndome en los títulos de esta columna que comenzó en 2009. Es poco tiempo el que llevo recorrido, comparado con la gente que participa en Diálogo, pero como ya pasó un tiempo considerable desde aquella primera vez, me detuve a pensar ante cada título, recordando lo que me llevó a plasmar eso, reviviendo los sentimientos y experiencias que tenía en esos momentos. De la vida al papel. Del papel a los recuerdos.

Me detuve bastante tiempo, con la alegría de poder tocar mis textos. Tengo otros muchos textos sueltos en Internet, pero esta experiencia de leer y tocar, es inigualable. Es otra manera de experimentar la lectura, la clásica, la de siempre. Por supuesto, el día que describí al comienzo, supo acompañarme perfectamente en esta tarea. Quizás debo asumir que lo hice como para estirar ese ir a sentarme a escribir. A veces me cuesta pasar del mundo real al mundo escrito porque sé que luego me costará volver al real. Y eso está bueno que suceda. Es mágico.

El verano es la estación que más nos invita a compartir y está tan perfectamente hecha la creación, que poco a poco el clima y la naturaleza toda van cambiando para invitarnos a meternos hacia adentro de casa y de nosotros mismos. Incluso mi escritura ha cambiado, con más detalles y menos apuro y exaltación.

Durante estos últimos años hemos sido bombardeados por mucha información, y hoy los que saben la definen como una sociedad de la información. Y a eso ahora le sumamos la información que cada uno comparte a través de Facebook. Lo fugaz y lo inmediato no nos permite contar con un tiempo para recordar. Uno no puede vivir atado a los recuerdos, pero tampoco puede vivir sin memoria. Hacemos tantas cosas cada día, que nos queda muy poco tiempo para repasar o recordar el camino recorrido. Y como testigos del camino están los recuerdos. En esta tarde fue la pila de diarios la que me hizo recordar, pero hay mucho más esperando en los estantes. Tal vez no sea la tecnología la culpable de acabar con nuestras costumbres; tal vez esa tecnología refleja que somos más presentistas, y que continuamente
recurrimos a lo último y novedoso, para instante dejarlo atrás. Algo así como perder la memoria al instante por la urgencia de vivir algo nuevo.

Es lindo volver a mirar, volver a pasar por el corazón. Apreciar todo lo que es parte de nuestra historia. Recuerdo con mucho cariño las tardes en las que tomábamos los álbumes de fotos familiares y nos poníamos a recordar: Y los más grandes me relataban historias a partir de esas fotos, que fueron tomadas cuando yo aún no existía.

Las cosas cambiaron, ya no circulan tantas fotos en papel, pero será cuestión de abrir esas carpetas o esos CDs con cientos de fotos, en nuestras computadoras y seguir recordando juntos. En esos momentos vividos seguramente, hay muchas respuestas a nuestro presente.

Incluso podemos recordar a través de Facebook. Sí. Por estos días, esta red social, ha modificado su funcionamiento y el muro ahora se muestra y se denomina como Biografía. Es una biografía pública de todo lo que hemos compartido y vivido en los últimos años. Este espacio virtual de recuerdos compartidos también es parte de nuestros recuerdos.

Cambian los tiempos, cambian las costumbres, pero sería bueno contar siempre con un tiempo para recordar. Y no solamente hacerlo solos. Es tiempo también de llamar a esos amigos o familiares que no vemos hace tiempo, o a los que vemos siempre pero nunca nos hicimos un tiempo para ponernos a recordar.

Pongamos la pava y preparemos el mate. Porque tenemos mucho para hablar y porque tenemos mucho para recordar.

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