12 de abril de 2018

Ángeles en el camino

Les presento a Nicolasa. “Todos me dicen Doña Nicolasa pero mejor decime Nico” - me dijo. La conocí en el encuentro nacional de Cáritas, al cual asiste gente linda de todo el país para prepararse para la próxima colecta anual de junio.

Nicolasa Sajama vive en Volcán. Es una localidad del departamento Tumbaya, en la Provincia de Jujuy, a unos 40 km de San Salvador de Jujuy.
Este poblado sufrió una grave tragedia en 2017 durante el verano: un alud que provocó muchas pérdidas y dejó como saldo 2 muertos y más de 40 familias que debieron abandonar sus hogares.
Pude hablar un ratito con ella durante la merienda. Me contó que cuando vio el cielo muy negro, aquel día trágico del verano 2017, ya supo que algo feo estaba por pasar. “El cielo estaba más negro que de costumbre” – me dijo. Y con su paz y fortaleza norteña se preparó junto a su familia y salió hacia la Capilla Nuestra Señora del Valle.
"Hice sonar la campana, para avisar que algo estaba por ocurrir" - me dijo. Y así, distintas familias pudieron llegar a refugiarse porque la Capilla está más elevada.
Muchas casas quedaron tapadas por el barro. Muchas familias lo perdieron todo. El agua y el barro arrasaron con todo.
Fue todo muy triste, pero ella junto a otros voluntarios decidieron dejarlo todo, ante esta situación alarmante.
¿Por qué escribo esto? Porque como ella, tenemos muchísimos héroes anónimos entre nosotros. Son esos “ángeles” a los que a veces esperamos mirando al cielo cuando en realidad están acá, junto a nosotros.
Quiero que la conozcan todos y que a través de ella tengamos más esperanza. Aunque nos empecinemos en comentar y hablar sobre nuestros demonios y escándalos diarios, también están los héroes anónimos, "los ángeles" trabajando, haciendo el bien, aunque no los podamos ver.
Cuando me tocó compartir la noticia de este alud en el Facebook de Cáritas la tomé como una noticia más, un desastre natural horrible, pero "algo más". Pero cuando a la tragedia la mirás a la cara, el corazón se conmueve.
Al hablar con ella sentí tristeza, emoción, pero también mucha esperanza. No fue la única que estuvo ahí remando junto a todo el pueblo.
La solidaridad de todos fue llegando y también desbordó. También le tocó organizar toda esa parte, cocinarle a los damnificados, contenerlos.
Después de que ella tocó la campana de la Capilla, el desastre llegó. Y pasados los días, llegó la parte en la que hay que volver a empezar, reconstruir, salir del barro y encontrar la salida.
Mi sonrisa en la foto lo dice todo. No es una diva de la tele, ni una famosa de las que solemos admirar.
Tal vez ahora, con esto que escribo, podamos reconocerla. Que su historia sea un espejo en el cual podamos mirarnos. Que sepamos reconocer a todas esas “nicolasas” que tenemos cerca y que se nos pasan de largo.
Gracias a Dios en la Argentina, también existen muchas "Nicolasas". Gente que se brinda totalmente, gente buena que se pone al servicio de los demás.
¡Gracias a Dios por esta gente!

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