7 de noviembre de 2010

JÓVENES ... ¡A SOÑAR!

¿Qué mensaje le darías a los jóvenes? – me preguntó hace un tiempo un adolescente, entre tantas otras preguntas, durante mi visita a un colegio.
Aquel día en el aula, ante la mirada de chicas y chicos, adolescentes todos, contesté que todo es posible, que siempre hay una salida, y que las cosas importantes se logran con esfuerzo.
Así dichas, parecen frases armadas: si las hubiera leído o escuchado a esa edad, hubiera pensado eso. Pero no son frases armadas: nacen de experiencias vividas, son parte de mi realidad y las quiero compartir.
¿Qué le diría yo, con mis veintiocho años a los jóvenes? En realidad, se lo diría a todo el mundo, sin importar la edad, pero voy a pensar en ellos, nuestro futuro más cercano.
Si miro hacia atrás, pienso que lo más importante son los sueños. Ellos nos hablan siempre, desde el corazón, y está en cada uno hacerles caso o, de lo contrario, desoírlos o acallarlos.
Tener sueños da sentido a nuestra vida. La mayoría de las veces parecen imposibles o inalcanzables, y otras veces son tan pequeños que no les prestamos atención.
Los sueños se hacen realidad. Pero no hay pases mágicos, ni se cumplen de la noche a la mañana. De chico soñaba con ser escritor, o mejor dicho, no sabía ni lo que era ser escritor, pero soñaba con escribir algo que le guste al que lo lea, y que ese alguien me diga, qué bueno, qué lindo, lo que escribiste. Y eso que soñaba, ese sueño, tenía una fuerza incontenible. Quería escribir, pero no podía soñar con ser escritor porque eso, parecía algo lejano, inalcanzable. Me gustaba escribir y escribía para mí, con cierto pudor a compartirlo con los demás. Con el paso del tiempo aprendería que soñar es mucho más lindo, si se comparte con los demás.
Podemos concretar nuestros sueños y hacer posible lo imposible. También podremos llamarlos metas. Lo importante es actuar, hacernos cargo de nuestros sueños, que son las brújulas de nuestro corazón. Y esforzarnos, lo más que podamos, porque a nuestros sueños, hay que defenderlos y tratar de hacerlos realidad.
Hay que hacerle caso al corazón y escuchar a aquellas personas que nos quieren bien. Porque en definitiva, tarde o temprano, esos sueños acallados, ese corazón que no escuchamos, en algún momento gritará todos sus sueños contenidos y no cumplidos.
Tener sueños, nos traerá felicidad, porque, más allá de lo doloroso que tenga la vida, tendremos una razón para vivir. Cada mañana al despertar tendremos mucha más fuerza, sabiendo que están nuestros sueños, motivándonos a vivir. Ese es el poder de soñar.Y por las noches nuestros sueños descansarán y brillarán en las estrellas. Siguiendo la ruta que marcan nuestros sueños, nunca estaremos perdidos.

COLUMNA PERIÓDICO DIALOGO. NOVIEMBRE 2010.

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