9 de junio de 2010

LA LECTURA Y EL MÁGICO MUNDO DE LOS LIBROS

Leer. Leer para informarnos. Leer porque nos gusta. Leer para conocer el mundo. Leer para dar rienda suelta a la imaginación. Leer para estudiar y adquirir conocimientos. Leer para alimentar la mente y el espíritu...

En esta ocasión dedicaré mi columna a esa actividad que tanto me gusta que es la lectura. Como escritor he tenido la oportunidad de recorrer muchos colegios y siempre tocamos el tema de la lectura y los libros. Ya sea porque los docentes lo proponen o porque los mismos alumnos, de todas las edades, me hacen preguntas.

Los docentes hacen todo lo posible para incentivar la lectura. En este sentido la escuela tiene un rol importantísimo: brinda a los alumnos la posibilidad de descubrir libros y autores, despierta el gusto por la lectura y ejercita la capacidad de comprensión lectora.

Pero todo empieza por casa. No debemos olvidarnos de esa otra escuela que es el hogar. Al regresar de la escuela, la vida sigue. La motivación ante las cosas es algo que están perdiendo los chicos y los jóvenes de hoy. Los argentinos sabemos bien lo que es transmitir una pasión, sobre todo en lo que a fútbol se refiere. La pasión por los libros también se transmite, y si el sentimiento no llegara a ser fuerte como para ser pasión, aunque sea podemos motivar a la curiosidad de leer y luego esperar, a ver qué pasa, si germina o no, esa invitación a la lectura.

Me canso de escuchar esa frase que dice que “El nene no me lee”: salvo contadas excepciones es difícil que “el nene” lea si vive en una casa donde no hay contacto con los libros. Otra cuestión importante es buscar una lectura acorde al chico o elegir el libro adecuado para esa persona que tanto queremos. Estimular la lectura sólo en la escuela, de nada sirve, si en casa no se le da valor a los libros, o no hay nadie que le dedique un tiempo a la lectura.

De chico jamás me obligaron a leer. Simplemente veía a mi papá y a un tío, los domingos, pasar varias horas frente al diario, y eso me despertó la curiosidad: ¿Qué había allí para tenerlos atrapados tanto tiempo, frente a hojas de papel escritas? Mi madre siempre se llevaba un libro a la cama, para leer antes de dormir. El ejemplo me motivaba más que la obligación.

También fueron muy importantes los primeros contactos con los libros, esos que me compraban de chico o que sacaba de la biblioteca, esos libros que me invitaban a soñar, a vivir mil aventuras, con tanta fascinación que quería estar adentro del mismísimo cuento. Cada libro que abría era un mundo nuevo, un viaje, hacia los confines imaginarios.

A veces piensan que por el hecho de ser escritor me paso la vida encerrado escribiendo y leyendo todo tipo de cosas. Hay un tiempo para todo: para ver televisión, para leer, para escuchar música, para ver una película, para navegar por la web. Cada actividad tiene su encanto.

Otra de las cosas que digo en los colegios va dirigida a ustedes, los chicos, los jóvenes, los adolescentes: no hay manera de no leer, todo el tiempo estamos leyendo. La palabra escrita es una vía de comunicación y expresión y hasta ahora no hay otra que la reemplace. El lenguaje de la palabra escrita no es el mismo que el de las imágenes.
No se pierdan ese viaje impresionante que es la lectura: busquen y encontrarán ese libro que está esperando por ustedes, en algún lugar.

Leer nos permite imaginar, soñar, viajar. Leer es abrir la puerta hacia otras historias que nos permitirán conocer la nuestra propia, como si estuviéramos parados ante un espejo que desnuda nuestra alma.

Leer es también una actitud espiritual. Es una actividad de quietud, de concentración, que sólo requiere de la voluntad de entrar a otros mundos.

Un libro es una puerta abierta hacia mundos mágicos. Abrir un libro es entregarnos al viaje de la imaginación. Un libro nos da alas para volar.

Columna "Enfoque Joven". Abril 2010. Periódico Diálogo.(mensual de distribución gratuita) Nº188.

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