
Por suerte, la tortura mediática pasó, celebramos la oportunidad única de elegir, y a otra cosa mariposa, o sea, ahora a laburar, pero no sé, porque los políticos hablan mucho y de laburar, ni a palos, pero no pierdo las esperanzas, no es cuestión de caer tan rápido en el pesimismo.
Escribo en domingo, una semana después de haber acudido a las urnas a meter el votito. Estamos todos paralizados, encerrados, pero no porque los políticos nos dan miedo y terror, (aunque algunos son de terror, sí) sino que por primera vez se cambia la frase “la culpa no es del chancho, sino del que le da de comer” y ahora parece que sí, que la culpa es del chancho, un chancho engripado que estornudó en México y lo hizo tan fuerte que la peste llegó hasta nuestro país.
Nunca imaginé este relato medio tétrico, pero la realidad excede la imaginación. La Argentina está paralizada por la Gripe Porcina, un nuevo virus llamado científicamente Gripe A H1N1. Es el virus de la gripe, pero transformado en uno nuevo y entonces la cosa se complica porque no se sabe bien qué hacer, y hay pánico porque viene causando varias muertes.
Hace unos meses, veíamos esto por la televisión: México, pánico, la gente con barbijos, los noticieros plagados por el tema de la gripe porcina en ese país. Lo mirábamos como espectadores, desde la última butaca: lejos, lejos, acá no va a llegar. Pensamos que era para desviarnos la atención de las elecciones, o del dengue, la enfermedad que padecimos en verano. Ahora que lo pienso mejor, todo esto debe ser una venganza planificada: matamos mosquitos, comemos cerdos y bueno, algún día el mundo animal se tenía que vengar de nosotros.
Y así no sabemos cómo llegó, si en tren, en avión, en barco, pero llegó.. Y está paseando por todas las ciudades, impulsado más aún, por el invierno.
Y acá estamos, tratando de permanecer en casa, con mucho cuidado. Primero se suspendieron las clases. Fueron cerrando uno a uno los establecimientos educativos en los que había casos de Gripe porcina, pero después se avivaron, -siempre tarde- y decretaron el fin de las clases: las aulas están vacías y por un mes no habrá actividad. Luego como la cosa iba empeorando se cerraron también los boliches y lugares de encuentro. Las calles se están vaciando hasta quedar casi desiertas, mientras Crónica TV no para de sumar muertos como un contador de visitas en Internet.

Se cansó el pobre chancho. Por algo se habrá enojado y por algo habrá estornudado tan fuerte.
Tal vez porque lo hemos maltratado por años diciendo, “¡Qué chancho!” para expresar que alguien es sucio o mal hablado, o “¡Qué gordo cerdo!” para expresar que alguien es desagradable y bien, bien gordo.
Quizá el cerdo, muy astuto, hizo un arreglo económico con los fabricantes de barbijos, alcohol en gel y los laboratorios de medicamentos (siempre hay beneficiados ante una tragedia). Vamo’ 50 y 50, le habría dicho el chancho mexicano a los empresarios.
¿Sobreviviremos a este encierro tipo Gran Hermano? ¿Sobrevivirán los padres a un mes de encierro con sus queridos niños?¿Aguantarán los infieles sin poder ir con sus amantes a los albergues transitorios? ¿Podremos vivir sin boliches? ¿Pasará rápido todo esto? El año pasado, a esta altura la culpa era del campo, y ahora la culpa es del chancho. Te pedimos perdón chancho querido. Por favor, la próxima vez, antes de estornudar avisá. ¿OK?
El chancho engripado nos forzó a la convivencia. Qué Dios nos libre y guarde.
El chancho engripado nos forzó a la convivencia. Qué Dios nos libre y guarde.
2 comentarios:
Genial!!! me rei muchisimo con tu humor, pobres chanchos!!! la verdad que los criticamos mucho y se vengaron los guachos. Ahora, que delirio el tuyo!, ¿Qué tomaste?... mmm o sera que estas aburrido y embolado entre cuatro paredes jajaja. Besos
jejeje ME ENCANTOOOOOOOOOO! tus textos siempre tan lindos, en este caso lleno de humor que me hizo reir mucho!!
gracias gracias por escribir asi de magnífico! un abrazo
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