3 de junio de 2009

El 25 de Mayo de 2009

El sol del 25 asomó, en una mañana de otoño cálidamente atípica. El chocolate caliente habría que dejarlo para más adelante y suplantarlo por algo fresco. Las damas antiguas de 1810 con esos vestidos, se hubieran asado con esta temperatura. Raro resultaba ese calorcito, desubicado para la época del año, pero más raro aún fue que yo asomara con el sol del 25. Desde hace unos años, por salir a bailar - o salir de joda, como se le dice comúnmente- me estuve acostando a la hora en que el sol del 25 estaba asomando o ya estaba dibujado en el cielo. El círculo de luz me miraba desde lo alto me saludaba y yo le decía, qué hacés che. Chau, me voy a dormir.
Me levanté tipo nueve y casi les da un infarto a mis viejos. ¿Era una aparición, un fantasma, un clon? No, no, soy yo- les dije, antes de que se atragantaran con el desayuno. Antes de eso había ido hasta el ropero y tomado una camisa, un pantalón y un par de zapatos. ¡Cuánto hace que no me pongo zapatos! Y... ¿cuál era el motivo? El desfile del 25 de mayo, en Barrio Moreno, allá donde hace unos años se cayó en un pozo, un nenito llamado Cristian, y fuimos noticia y vergüenza nacional.
Por esos pases mágicos que da la vida, me tocó representar a la Sociedad Italiana. Cabe destacar que soy hijo de una italiana pura que llegó a estas tierras a los diez años de edad. Éramos dos para el desfile. Al llegar al lugar del acontecimiento mi compañero me dio a elegir entre portar la bandera argentina o la italiana. Quiero mucho a Italia, pero para mi debut en un desfile, un 25 de Mayo, preferí la Argentina. Además cumpliría ese sueño postergado de ser abanderado. (Sí, sí, todo llega en esta vida ¿vieron?)
El desfile me movilizó muchos recuerdos. De chico, mi papá o el tío Pepe, me llevaban a ver esos desfiles grandes y tan preparados por la Avenida Falcón. El de esta ocasión no sería tan formal y prolijo como el de aquellos años pero estuvo muy pero muy lindo recordar. Al otro día, chateando con una amiga me diría: ¿Qué? ¿Todavía se hacen los desfiles? Y si, yo también me hice esa pregunta el sábado anterior cuando me llamaron por teléfono y me pidieron si podía llevar la bandera.
Previo al desfile, habló el Intendente Carignani, destacando que se acerca el bicentenario en 2010 y que está bueno esto de hacer los desfiles en los barrios de la ciudad para incluir a todos y que antes, en 2001, estábamos tristes y ahora estamos contentos. A nosotros dos nos tocó al lado del mismísimo escenario, próximo al micrófono del orador. Antes de comenzar el acto, vino una mujer, una directora de escuela, a pedirme la bandera nacional porque aunque parezca increíble ¡se la había olvidado! No sé que le pasa a la juventud.. oigo repetir por ahí y yo digo: ¡No sé que le pasa a los adultos! Pensé en negarme a prestarla, pero mi amigo se adelantó y dijo que sí, que no había problemas. Pero cuando nos ubicaron tan próximos al escenario y me vi allí sin la bandera, se la fui a pedir de regreso. ¿Qué le digo después a los que me eligieron para representarlos? ¿qué la presté un ratito? Parecía un presidente, ahí parado con la banda celeste y blanca cruzándome el pecho, pero sin la bandera.
Al lado nuestro teníamos a la colectividad boliviana y a los paraguayos. ¡Ah! Mandaron jóvenes esta vez, me dijo la señora boliviana, que ya estaba acostumbrada a ver tanos de avanzada edad.
Me sentí un nene de a ratos mirando todo eso. Los militares, los soldados, la policía, los bomberos, la gendarmería, las escuelas, los caballos.... la sorpresa de recordar algo que perteneció a mi infancia. ¡Es lindo recordar! Y es lindo escuchar el himno nacional.. “al gran pueblo argentino salud, libertad, libertad, libertad”.
Luego de las palabras del Intendente, nos alistamos para desfilar, uno detrás de otro. Ya estamos grandes para ponernos nerviosos, pero los nervios no envejecen, que lo tiró. ¿Y si no levanto bien la bandera? ¿Y si se me vuela con el viento? ¿ y si justo me toma la cámara de Canal 2?
A las 12.30 aproximadamente, el desfile terminó. Vi a un profesor de la secundaria que ahora es director. Vi a una compañera de la secundaria que ahora está en la Federal. Vi a un conocido del gimnasio, vestido de militar.
El padre de mi compañero nos vino a buscar minutos después. En otro rincón de la ciudad, la Sociedad Italiana, la gente estaba llegando para un gran almuerzo gran.
Nos esperaban para servir las mesas de este almuerzo, que en esta ocasión sería a beneficio de los afectados por el terremoto en L’Aquila, región de Abruzzo. Tenemos que ayudar a la patria de nuestras raíces: aunque nosotros estamos mal, siempre podemos ayudar. Y eso me da orgullo: los argentinos seremos de todo, pero que somos solidarios no quedan dudas.
Raro este 25, la verdad. Un 25 argento-italiano, italiano-argentino. Un 25 sin chocolate, un 25 de calor, de desfile, de tallarines, un 25 en el que jugué a ser mozo por un día.
Esa misma tarde, en aquella zona de la ciudad nicoleña, a la que llamamos El Campito, mientras nosotros servíamos el postre helado, y los comensales disfrutaban del show, la Virgen del Rosario de San Nicolás, estaba siendo coronada ante miles de fieles bajo un cielo de otoño que avisaba lluvia, y en un clima de calor y mucha, mucha fe.

1 comentario:

Anónimo dijo...

gracias martincho nuevamente. lo de la bandera prestada me quedó grabado, y bien ahí yéndola a buscar, jeje, como que te agarró con la guardia baja y en frío, sorprendido y se la diste... me gustó mucho este posteo, sin embargo siento algo fuerte cuando pusiste "raza pura", en lo personal me choca un poco, pero entiendo que es un adjetivo más. un fuerte abrazo. nacho.-