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"Esta historia chicos, es de una elefanta y su hijo elefantito".
Tengo la fórmula para ser feliz, ¡si!: ¡sentate en el piso y jugá!
Y veo sus caritas de atención, de sorpresa. Y veo sus ojitos y bocas que sonríen. Y escucho todas sus ocurrencias que salen al aire: "yo tengo un elefante en mi casa" - dijo una niña pequeña mientras levantaba la manito.
La imaginación nos puede llevar a donde nosotros queramos y más allá.
Me hago niño cada vez que el cuento comienza a andar. Me hago niño al contar, me hago niño al decir que "había una vez...".
Y al salir de la salita mi niño interior me agradece, salta de alegría en mi corazón y me dice ¡gracias!. Y también me susurra: "ahora podés irte a trabajar tranquilo al mundo de los grandes".
Hacernos niños, mirar la vida con ojos de niño. Aunque lo hagamos cada tanto... es un viaje imperdible y fundamental.
Volver transformado, con el niño interior alimentado y sentirme más vivo que nunca. Y tratar de llenar el recipiente de los sueños para seguir andando y soñando.
Queridos niños, gracias por estar allí para enseñarnos tanto y mucho más.
Después de contar un cuento, después mirarlos a los ojos, la vida y todos los problemas... ¡se ven tan diferentes!
Gracias queridos niños, por enseñarnos a ver con los ojos del corazón, y por alimentar nuestra ilusión y nuestra esperanza.
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