La tecnología, que tantas oportunidades nos
brinda, también nos quita otras cosas. Sea por cuestiones de trabajo o también por
elección propia para nuestro ocio, se lleva el tiempo que antes destinábamos a
estar más cerca de la creación o de la vida al aire libre.
Aunque hoy la tecnología móvil avanza cada vez
más y nos da la oportunidad de estar más tiempo al aire libre, nuestra mirada se inclina hacia abajo, estamos
distraídos, con poca capacidad de observación profunda y contemplación
verdadera.
¡Qué lindo es admirar! Estar en silencio y ver
qué nos contesta nuestro corazón, tan mareado, tan perturbado a veces, tan
lleno de cosas que sobran.
Un ejercicio válido para estos tiempos es tratar
de volver a mirar, de volver a maravillarnos. Darnos la oportunidad de
contemplar un paisaje y la vida.
Yendo un poco más allá, sabiendo que el Papa más
de una vez hace alusiones a la ecología, quiero dejarles algunas preguntas para
reflexionar juntos: ¿cómo es nuestra relación hoy con la naturaleza? ¿cuántos
momentos de cada día dedicamos a contemplar? ¿cómo cuidamos y respetamos la
creación? ¿cómo defendemos la vida desde el gesto cotidiano más pequeño?;
¿cuidamos ese elemento vital que es el agua?
Son tiempos raros estos. Nos conmovemos ante
tantas imágenes y fotografías de la naturaleza, pero pasamos por alto los verdaderos
paisajes, los reales, los vivos.
Dios está vivo, presente y nos habla. Con el
sol, con el viento, con los árboles…, en un río que corre… Cuanto más cerca de
la naturaleza más cerca estamos de Dios que quiere hablar con nosotros amigablemente.
Porque Dios creó el mundo y vio que todo lo
que había hecho era muy bueno. Y lo creo para compartir con otros la alegría de
existir.
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