Con todos ellos a mi alrededor pensé: mientras haya niños y niñas construyendo mundos posibles en la arena, nuestro mundo real no estará perdido. No importa qué construyan, mientras sigan imaginando y creando cosas bellas en la arena. Porque en el mañana, esos castillos bellos de arena se transformarán en grandes, nobles y reales sueños que podrán concretar.
El futuro no existirá más, el día en el que los niños dejen de jugar.
Escrito por mí - 30/01/14 - Mar del Plata
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