Salir de la ciudad, de mi ciudad. Salir de esa telaraña que
tejemos, bien o mal, cada día. Escribo en la autopista. Espacio sin tiempo que
conecta eso que fuimos con todo aquello que viviremos. Y todo lo que somos ¡va
en camino!
A veces pensamos que podemos solos, que todo lo malo y lo
bueno que nos pasa es por nosotros. Y algo de cierto hay pero...
Todo está en uno,
pero también somos con los demás y para los que creemos también somos con Dios.
¡Cuánta gente buena teje con nosotros y hace que la telaraña
sea más fuerte, indestructible! Cuántos destruyen nuestros hilos diarios o
quieren que destejamos, o nos dicen ¡tejé así! o ¡por qué no tejés otra cosa!
Cada hilo, aunque se corte, ha dejado una huella. Y aunque todo
parezca lo mismo, ninguna telaraña es igual.
Voy por la autopista, muy pronto llego a destino. Podemos
vivir mirando hacia abajo, ver sólo el cemento, pero podemos decidir levantar
la cabeza y ver el horizonte o lo que nos espera. Y si verdaderamente les damos
alas, energía y coraje a nuestros sueños, podemos mirar el cielo y saber que,
aunque sea imposible, podemos llegar hasta allá, hasta ese lugar que también se
teje y se llama libertad.
De escuchar nuestra propia voz y la de los que nos quieren
bien. De eso se trata vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario